De qué extraña manera Bogotá viene siendo mi ciudad. Sólo ahora, en el regreso, cinco años después, comprendo que sus calles son las calles que conozco, que su ritmo es un alegre movimiento en desorden que se deja explorar, es un incesante coordinarse con otros en un mundo en común del cual participo. Mi andar se adapta a sus calles, a sus parques, a sus múltiples espacios, a su naturaleza tropical.
Archivo por meses: agosto 2012
Camino a Las Lajas
El camino de vuelta a la brisa y la arena constituye un exorcismo para quien dejó la costa panameña por tierras sin litoral.
Cinco puntitos flotan entre las olas, resisten la cadencia de la marea. La luz ámbar del atardecer apenas permite distinguir las cabecitas de los niños pescadores, que en un último intento apuestan al mar y se aferran a la red, como quien se ase al billete de lotería.
Inhalo el aire salado, denso de nostalgia; la arena, traviesa, burlona de antaño, juguetea con mis pies; y mi cabello por fin siente la libertad de la niñez después de años a la intemperie de brisas foráneas.
Casa, al fin casa. Creo que ella también me extrañó. Desde lejos escuché noticias de sus cambios, de sus avances, de nuevos amigos.
Las Lajas, ya no eres una niña, como te dejé. Vengo a decirte adiós. A esta arena que desprecié y pateé. A tus palmas que intenté trepar. A tus aguas que siempre intentaron tragarme. A tus piedras que me mostraron el camino fuera de ti.
Los niños pescadores emergen de las aguas con pocos frutos y rumiando más planes de pesca. Analizan la red: uno que otro pez se retuerce entre las cuerdas. Los contemplo inmóvil. Yo tuve su edad; yo estuve aquí, pero nunca pesqué.
Temí, tal vez, hundirme en ti, Las Lajas. La salida nunca es fácil y volver es un exorcismo – años de experiencia, de andanzas y de excentricidades se desprenden ante ti, frente al mar, de lado al sol –. Desnuda queda esa niña temerosa de tus aguas, rabiosa de tus desprecios.
Me aferro a ti, Las Lajas, la inocente, la ignorante, la culpable, como los niños que empuñan la red, y rumio mis planes de venganza, de redención, retorciéndome en una malla de arrepentimientos.
Pero hoy, en mi regreso, el cielo es dulce. Si hubieses sido siempre así, nunca te habría dejado, Las Lajas.
La noche apura a los niños a sus bicicletas; juran volver mañana. Yo no sé qué jurar, aquí en tu pequeñez.
Sé que me iré otra vez. Y otra vez. Que no te cansarás de mis idas. Que me dejarás volver. Y tú, una vez crecida, adulta y sabia, me verás sin muchos frutos ni peces terminar aquí.
The Mission: New Mexico by Kayla Sheets
Iteraciones
Círculos contiguos. Vigas vetustas. Líneas lanceoladas. Reflejo. Repetición. Reproducción. Las fotografías de Remi Bouquet retratan texturas y formas que aunque en apariencia son estáticas revelan un estado de constante movimiento y mutación. Estas imágenes capturan el momento y el punto donde algo comienza a ser y otro termina — una coyuntura, en tiempo y espacio, desde donde se plantea una propuesta para contemplar lo (in)finito.
~ Entremares Magazine

A sad thought danced in Buenos Aires
Throughout its roller-coaster history, Argentina has counted on one constant: tango.
por Suan Pineda
Buenos Aires ~ His rancid odor, of midnight smoke soaked in days-old liquor, broods around me. Somehow, intense smells at either end of the spectrum incite the same reaction. Heavy cologne. Sewer water. It’s the same. The man dangles a bottle in his trembling, muddy hands, and tumbles toward me. And his beard — his beard is the bearer of many wandering nights, like this one. I prepare to sidestep him as he approaches me, but the zigzagging couples shish-shinging their feet on an improvised dance floor detour his path.