Lucía Miranda en el país de nunca jamás

La fundadora de la compañía The Cross Border Project y directora de la obra teatral “Perdidos en Nunca Jamás” nos cuenta sobre la vida en las tablas en una España en crisis y el poder transformador del arte.

por Suan Pineda
Entremares Magazine

Al regresar a una España abatida por la crisis económica, Lucía Miranda se encontró perdida. Con una maestría en teatro de New York University y experiencia como gestora cultural de la UNESCO en París, Miranda veía cómo a pesar de su formación las puertas se le cerraban en España.

“Me encontré con un país en el que no podía hacer nada. No encontraba trabajo, no había quien quisiera contratarme, a nadie le interesaba lo que yo hacía”, dice la directora de teatro.

Se sentía como Peter Pan — perdida en un país donde nunca jamás trabajaría en lo que estudió, donde no podía crecer.

Esa situación — una en la que viven millones de españoles, una que afecta a una generación entera — la impulsó a crear una de las obras teatrales más aclamadas de este pasado año: “Perdidos en Nunca Jamás”, denominada por el diario El País como el “espectáculo de una generación” y que ha cosechado éxito tanto entre el público como la crítica especializada.

Y es que “Perdidos en Nunca Jamás” es la primera obra teatral que trata de frente una de las secuelas más devastadoras y presentes de la crisis económica en España: la formación de una generación perdida, que siendo la más preparada de la historia del país y la primera en crecer en democracia ve desvanecerse las promesas y las esperanzas depositadas en ella.

“Perdidos en Nunca Jamás”, que con humor toma el clásico del inglés James M. Barrie para abordar la angustia del desempleo y la necesidad de la emigración, es también la obra cumbre de la compañía teatral The Cross Border Project, fundada y encabezada por Miranda. Fiel a su nombre, la compañía tiene como centro el retar y cruzar fronteras y límites. Fundada en New York y por el momento estacionada en Madrid, The Cross Border Project tiene tres títulos en su haber: “Qué hacemos con la abuela”, “De Fuente Ovejuna a Ciudad Juárez” y “Perdidos en Nunca Jamás”. El común denominador entre estas obras es el juego con las fronteras de tiempo, de geografías y de contextos culturales y lingüísticos. En “De Fuente Ovejuna”, por ejemplo, se contextualiza el clásico español de Lope de Vega dentro de la realidad de los feminicidios en la ciudad mexicana. Con este juego se demuestra, dice Miranda, que a pesar de las diferencias (de siglos, mares e idiomas de distancia) somos fundamentalmente lo mismo. “[Como humanos] no hemos cambiado nada”, dice con sorpresa.

A pocos días de obtener el premio “José Luis Alonso” para jóvenes directores otorgado por la Asociación de Directores de Escena de España, Miranda habla con Entremares Magazine sobre el papel del teatro en una España golpeada por la crisis, la construcción de un imaginario para una generación perdida y su apuesta por fomentar la diversidad de género y cultural en las tablas españolas.

Entremares Magazine (EM): “Perdidos en Nunca Jamás” trata de una problemática muy presente en España. La tasa de desempleo alcanza el 26%, con más de 5 millones de personas en paro. Además, más del 56% de los jóvenes menores de 25 años están desempleados, según el Instituto Nacional de Estadística. ¿Qué te llevó a concebir “Perdidos”? ¿Qué tanto de testimonio personal tiene la obra?

Lucía Miranda (LM): “Perdidos” nació porque yo volví de Estados Unidos. Estaba allí con la [beca] Fulbright, de haberme ido de maravilla. Y llegué aquí [España] y me encontré con un país en el que no podía hacer nada. No encontraba trabajo, no había quién quisiera contratarme, a nadie le interesaba lo que yo hacía. Y no era un problema mío, era un problema generacional. Me encontré en mi fiesta de cumpleaños, que en vez de una fiesta aquello parecía un entierro porque eran todos amigos que les iban a despedir, amigos que les acababan de despedir, gente que estaba preparando la maleta para irse.

Peter Pan sí quiere crecer, lo intenta y vuelve a casa pero cuando vuelve su madre le ha cerrado la ventana y se encuentra a otro niño en su lugar. Yo sentía que a mí España me había cerrado la ventana.

Pasé dos, tres meses en casa de mis padres pensando en qué hacer. Y me encontré con muchos amigos que estaban en la misma situación que tuvieron que volver a casa de sus padres porque no tenían dinero y no encontraban trabajo de nada. Al volver a casa de mis padres, con toda la depre, empecé a leer mucho y volviendo a leer Peter Pan, que era una historia que siempre me había gustado, había frases que yo decía: “Es que yo me siento exactamente igual porque yo no puedo crecer”. Peter Pan sí quiere crecer, lo intenta y vuelve a casa pero cuando vuelve su madre le ha cerrado la ventana y se encuentra a otro niño en su lugar. Yo sentía que a mí España me había cerrado la ventana. Así surgió la idea. Hablé con un grupo de amigos y así empezamos a trabajar.

Hubo muchos intentos fallidos durante el proceso dramatúrgico hasta que encontramos a Silvia Herreros [de Tejada], que es la experta de Peter Pan en España, Silvia es una experta mundial, ha estado en Yale estudiando los escritos de [James M.] Barrie, está publicada en inglés y en español, es un lujo. Empezamos a trabajar con Silvia, nos contamos las ideas, yo a Silvia ya le entregué el documental sonoro que es la parte más personal que son unas entrevistas que los miembros del equipo le habían hecho a sus padres donde jugamos con la idea de que esta crisis no la estamos pagando sólo los jóvenes sino también los padres, porque la figura de los padres en Peter Pan también es muy importante y pensé en cómo generar esa figura. Mi padre es profesional hidral. Ahora mismo su situación económica no tiene nada que ver con la de hace unos años y es una generación que también lo está pasando muy mal. También no tienen trabajo, se tienen que jubilar y no pueden porque no están ganando. Y encima los hijos que somos nosotros en los que depositaron todo su dinero y toda su energía abandonan el país porque no pueden desarrollarse profesionalmente.

Nuestros padres crecieron en una dictadura y mi generación es la primera que ha crecido en democracia. Somos una generación en España que ha crecido de una manera muy diferente a nuestros padres. Nuestros padres nos han generado una libertad y nos han dado una cantidad de cosas para que pudiéramos vivir de una manera que ellos no pudieron y se han encontrado que ahora tampoco podemos

Les preguntamos algo tan básico como: cuando ellos eran pequeños ¿qué querían ser cuando fueran mayores?, cuando nosotros éramos pequeños ¿qué querían ellos que nosotros fuéramos?, y ¿cómo se sienten ahora con la idea de que nos tengamos que ir?. [Lo hicimos] para generar un vínculo entre lo que ellos soñaron ser, lo que ellos soñaron para nosotros y la realidad. Nuestros padres crecieron en una dictadura y mi generación es la primera que ha crecido en democracia. Somos una generación en España que ha crecido de una manera muy diferente a nuestros padres. Nuestros padres nos han generado una libertad y nos han dado una cantidad de cosas para que pudiéramos vivir de una manera que ellos no pudieron y se han encontrado que ahora tampoco podemos.

Es muy emotivo porque las voces que se escuchan durante la obra son las voces reales de nuestros padres. Y el público que viene es mucha gente joven y mucha gente de la edad de nuestros padres. Viene mucha gente con sus padres (sonríe).

EM: “Perdidos” es una obra que no sólo habla de un problema muy presente sino que también dramatiza una situación que viven muchos. ¿Cuál ha sido la reacción del público?

Foto cortesía de The Cross Border Project
Escena de la obra “Perdidos en Nunca Jamás” de la compañía teatral The Cross Border Project. “[Al final de la obra] los actores se van con sus maletas y no reciben el aplauso del público porque se van del país. En la última escena están cogiendo el avión, salen por la puerta y el público aplaude a un espacio vacío que es el país que se está quedando vacío”, dice la directora de la obra Lucía Miranda.
LM: [Después de la obra] los actores se encuentran con el público en el patio. [Al final de la obra] los actores se van con sus maletas y no reciben el aplauso del público porque se van del país. En la última escena están cogiendo el avión, salen por la puerta y el público aplaude a un espacio vacío que es el país que se está quedando vacío. Cuando se encuentran [los actores con los miembros del p lo más tremendo es la cantidad de gente que sale llorando y mucha gente nos dice que una de las cosas que más rabia da es ver toda esa energía en el escenario porque la obra es muy divertida, es una comedia, es un drama al final, pero es una comedia, la gente se está riendo, cantamos, bailamos, es muy loco. Entonces, tú lo estás viendo, lo estás disfrutando con esa gente, y de repente esa gente fuaaa se va. La gente dice que le duele mucho ver todo ese potencial y ver cómo todo ese potencial se va y el espacio se queda vacío.

Ha habido un día que he salido y una chica que no conocía de nada se me ha acercado, me ha dicho: “¿Tú eras la directora?”, digo “”, y me ha dado un abrazo. Y me ha dicho “Muchas gracias por hacer este espectáculo”. Hay mucha gente que se acerca y te dice gracias por hablar de esto, por contarlo, por contarlo así. Y eso mola mucho.

EM: España está en crisis. ¿Cuál es el estado del teatro?

LM: Un desastre. La actualidad ahora es un desastre. Un 80, 90 por ciento de las funciones son a taquilla. Cada vez que tienes una función a caché es un milagro y hay muchísima gente que ha dejado la profesión.

Realmente ahora se hace más un teatro de resistencia. Hay gente, gente grande, gente que está en primera división, que lleva muchos años que está aguantando pero incluso la gente que lleva muchos años y que tienen nombres conocidísimos y son muy respetados están pasando dificultades para realizar sus proyectos.

El gobierno ha subido el IVA [impuesto al valor agregado] al 21 por ciento — eso incluye la cultura, lo que es un horror.

Nosotros no vivimos del Cross. El Cross es una ayuda económica pero también puede ser una quiebra total si no recuperas lo que inviertes. Para nosotros el Cross ahora mismo es un proceso de resistencia. Hay que resistir, hay que estar en los escenarios, hay que estar en la prensa, hay que estar con el público para que cuando esto pase seguir estando, porque si no sigues estando, porque cuando te desaparezcas ahora, cuando te rindas ahora, dentro de cinco o diez años no vuelves.

Se ha perdido mucho. Yo tengo muchos amigos fuera del país y hablamos de gente muy cualificada porque la gente que se ha ido es gente que habla idiomas, que había estudiado en universidades extranjeras. Científicos, becados, profesores de universidad. Por eso la pérdida es tan dolorosa, porque es la gente que está más preparada y estaría más capacitada para puestos de cabeza en un futuro.

EM: “Perdidos” es la obra más reciente de la compañía The Cross Border Project, de la cual eres la fundadora y directora. Cuéntanos cómo concebiste los fundamentos de esta compañía y qué te llevó a escoger este nombre.

Foto cortesía de The Cross Border Project
Escena de la obra “Perdidos en Nunca Jamás” de la compañía teatral The Cross Border Project.

No te creas que lo pensé mucho, por no decir que no lo pensé nada. Fue algo muy intuitivo. La idea era que tenía que hacer un proyecto final de maestría, que era muy libre, que tenía que estar relacionado con el teatro y la educación y yo tenía una tutora que estaba especializada en temas de Ciudad Juárez y en teatralizar Ciudad Juárez. Habíamos hecho una lectura dramatizada de “Mujeres de Arena” en NYU y me puse a investigar sobre el tema y de ahí surgió la idea de crear «De Fuente Ovejuna a Ciudad Juárez». Me di cuenta que muchos de los espectáculos que yo veía que se hacían en las escuelas era o me iba a Columbia a ver a la gente que hacía teatro en Columbia o me iba a New School a ver a la gente de New School, o me iba al Acting a ver a la gente de Acting, pero no había proyectos donde hubiera gente de distintas escuelas. Normalmente cada cual se juntaba con sus compañeros y hacía los proyectos. Y dije yo, «Joder, es una pena porque las cosas que se hacen son muy diferentes en cada universidad, en cada escuela, y quiero tener a gente de distintas escuelas». Así que hice una convocatoria pública para audicionar, y se me presentaron unos 70 actores [dice con sorpresa] y era un trabajo no remunerado. Hay mucho actor latino en Nueva York con ganas de hacer muchas cosas. Y conseguí a un hombre que estaba loco, un loco maravilloso, un loco bueno que coprodujo el espectáculo [y] que me cedió el Teatro Thalía. Eso creo que también llamó a muchos actores.

Los actores venían de todos los sitios. Había mexicanos, había puertorriqueños, había de todos lados. Había incluso gente que tenía un gran nivel de español, que eran bilingües, había otros que eran de segunda generación y hablaban español pero tenían un acento fuerte. Y [así] hicimos audiciones.

Entonces un amigo que trabaja en márketing, cené una noche con él y hablando del proyecto — es un tío bastante visionario — y me dijo tienes que ponerle un nombre a esto, él creía mucho en este proyecto. Me dijo: “Tienes que legitimarlo, tienes que ponerle un nombre».

Y fue instintivo. Pensé en todos los estudios que yo estaba haciendo en ese momento porque estaba tomando clases también en Tisch, y había una asignatura de cross border bodies y me metí en Internet y vi lo que significaba cross border studies y dije ya está: Cross Border Project. Porque tenemos actores de todos los países por lo cual se están cruzando los límites de los acentos, de los colores a la hora de hacer un casting y estamos cruzando los límites del tiempo. Es una obra del Siglo de Oro español que se contextualiza en la actualidad, es una obra que está contextualizada en España y ahora la contextualizamos en México. Cruza todos los límites. Y pusimos una pieza de spoken word para iniciarlo y hacer un vínculo entre el verso del Siglo XVI y el spoken word de las calles de Nueva York. Entonces dije pues vamos a hacer un trabajo que sea cruzar los límites tanto a nivel de grupo como a nivel escénico.

EM: ¿Están la idea y el concepto de fronteras presentes a la hora de concebir o escoger una obra para poner en escena?

LM: Siempre. Excepto con las piezas de teatro foro que se habla de un conflicto en concreto, las producciones grandes como lo han sido «Fuente Ovejuna» y «Perdidos en Nunca Jamás«, incluso otra que he hecho yo en Ecuador pero que la ha escrito el dramaturgo de «Fuente Ovejuna» que ha sido «Las Burladas por Don Juan«, se trata de escoger un texto y contextualizarlo en otro espacio y en otro tiempo. Tanto «Fuente Ovejuna» como “Las Burladas por Don Juan” como “Perdidos” son textos que pertenecen a un país y que están en el imaginario de ese país, como Peter Pan en el imaginario de los ingleses. [Se trata de ver] cómo a través de una historia que no es nuestra, que no es de los españoles, podemos contar una historia que es tan española como la crisis económica en España o cómo a través del “Burlador de Sevilla” de Tirso [de Molina] se puede contar la historia de mujeres que sufren maltrato en Ecuador. Siempre se trata de escoger un texto y trasladarlo.

EM: Uno de los aspectos que me parecen interesantes es que en tus obras hay una mezcla de acentos y dialectos del castellano e incluso del inglés.

LM: En España no sé nombrarte ninguna compañía, me imagino que habrá alguien, pero no lo conozco, pero no tengo referencia de una compañía en la que de manera continua trabajen gentes de otros países y donde los roles, los personajes se den indistintamente del color de piel y del acento. Si tuviéramos que hacer un Otelo no le daría el Otelo al más negro, le daría Otelo al actor que creo que pueda hacer Otelo, que es algo que se hace mucho en Londres o en Nueva York pero que en España no se hace todavía. Y eso sí que me lo traje [de Nueva York]. Lo vi allí y dije tenemos que hacer eso porque los chicos que van al instituto son de todos los colores ya en España, hay muchísimos chinos, muchísimos marroquíes, muchísimos del este, muchísimos latinos, y en el escenario sólo hay blancos.

Si tú eres un niño y vas al teatro y sólo ves blancos, ¿dónde estás tú representando en ese escenario? A mí no me gustaría como no me gustaría ir a ver obras todas con tíos, tíos, tíos, todas con chicos. Por eso también [en “Perdidos”] cambié los papeles. La protagonista de Peter Pan es Wendy, no es Peter Pan; generamos texto para las mujeres. Estoy harta de que todas las obras sean escritas siempre para hombres y que las actrices se estén pegando por conseguir papeles.

EM: En las obras de The Cross Border Project se cruzan fronteras de tiempo y culturas. En esta migración entre espacios, ¿crees que se produce un cambio en los significados y significaciones?

LM: Yo creo que la esencia de la obra se mantiene. Es decir, la esencia de la obra que son los conflictos que los autores nos plantean siguen siendo exactamente los mismos. En «Perdidos en Nunca Jamás» se habla de un grupo de niños, en este caso, de un grupo de adultos de 30 años que no pueden crecer porque viven en el país de nunca jamás trabajarás en lo que estudiaste y hay una serie de cosas que no les dejan crecer, igual que Peter Pan. Yo creo que lo que cambia son los contextos, y con los contextos cambia el vestuario, la escenografía, el espacio sonoro con la música. Pero los conflictos no los tocamos. En la dramaturgia no transformamos los conflictos.

Se trata de jugar con el imaginario colectivo de distintas comunidades para contar que lo que servía en el Siglo XVI en España sirve ahora en México. [Como humanos] no hemos cambiado nada (sonríe).

EM: The Cross Border Project concibe al teatro como un instrumento de cambio social. El pilar ideológico y metodológico de la compañía es el teatro del oprimido de Augusto Boal. ¿Qué te llevó a practicar este tipo de teatro? Y, de manera más general, para ti, ¿qué es teatro?

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Foto cortesía de Lucía Miranda
Lucía Miranda durante su presentación en TED Valladolid.

LM: Cuando yo era muy joven, cuando tenía 18 años formé parte del grupo de teatro de la universidad y ahí había un profesor (porque todo depende de las personas que te encuentres por el camino) que se llama Domingo Ortega. Domingo generó un proyecto que se llama Unitínere que ya no existe pero ese proyecto estaba basado en el proyecto de [Federico] García Lorca de La barraca. La Barraca era un movimiento que había desde la Guerra Civil, durante la república que llevaba el teatro a pueblos donde nunca ha habido teatro. Lorca organizó esto con estudiantes de la universidad y hacía clásicos. Hacía Cervantes, Lope y alguna obra suya. Este profesor mío, Domingo, hizo lo mismo. Nosotros íbamos a los pueblos de una zona minera donde no había habido teatro nunca, te hablo de aldeas muy pequeñitas, íbamos allí, montábamos el escenario, hacíamos talleres con los niños del pueblo, hacíamos un pasacalles e íbamos cantando por la calle diciéndole a la gente que había obra. La obra era al aire libre, venía todo el pueblo, la veían y después cenábamos con la gente del pueblo. Desmontábamos todo y al día siguiente nos íbamos a otro pueblo.

Yo creo que si yo no hubiera tenido esa experiencia sería muy difícil que yo hiciera el teatro que yo hago ahora porque estuve cuatro años siendo parte de ese proyecto. Algunos actores del Cross, tres de ellos, formaron parte de ese proyecto, son amigos míos desde los 18. [Unitínere] era un proyecto donde tenía claro que había que hacer teatro para que todo el mundo lo entendiera y eso es algo que mantengo ahora. Si mi abuela no entiende la obra de teatro que hago, no me interesa. Tenía que ser un teatro con obras buenas, con textos de mucha calidad, un Cervantes, un Lope, pero acercarlas al público de ahora.
Si ves las obras [de Domingo] y ves las mías son bastante parecidas, [tienen] un lenguaje común porque son muy participativas. De ahí derivó en que el máximo exponente del teatro social es Augusto Boal entonces es a quien había que estudiar, de quien debía aprender la técnica.

Me importan las historias que cuentan cosas que le importa a mucha gente o que pueda interesarle a mucha gente y que puede transformar a mucha gente. Concibo un teatro participativo donde el público sea una parte activa de la obra y donde sea popular, [que sea] accesible todo, por el tipo de texto, por el tipo de música, que no sea extraño, que no salgas de la obra y digas “no sé qué he visto, no sé qué me han contado”. Que tenga una repercusión social, de cambio, aunque el cambio sea simplemente el empoderamiento, de salir y decir, “Cómo mola que estos tíos son muy jóvenes y están haciendo esto y yo quiero hacer lo mío”.

EM: ¿Has tenido ocasión de ver cómo se ha manifestado el cambio social a partir de tus obras?

LM: Después de la obra [“Las Burladas por Don Juan”, que aborda el tema de la violencia de género en Ecuador] había un encuentro con los adolescentes. Se hablaba de qué habían visto en la obra, qué habían sentido, qué entendían, qué no entendían y les preguntábamos cosas para relacionar lo que habían visto en la obra con su vida. Y levantaban la mano y decían: “Pues siempre mi tío o mi padre me ha dicho que cuantas más mujeres tuviera mejor … pero cómo voy a hacer eso porque mi madre lo pasa fatal pero a mi padre le parece lo mejor”. Ese corto circuito que tienen los chicos porque lo que ven que eso que dice el padre causa muchísimo dolor. Entonces les dices que no está bien; está bien si la otra persona está de acuerdo, pero si no está de acuerdo causas dolor. ¿Es bueno el dolor o es malo?

De allí, una chica salió, cogió el micro. La chica se levantó, habló de que había sufrido acosos sexuales en la infancia hasta hacía poco y de cómo la familia había reaccionado a todo eso y cómo había sido crecer con esos abusos y fue tremendo. Era la primera vez que ella lo decía y que el espectáculo la había empoderado. Dijo que se había sentido como una de las chicas de la obra y al ver que esas chicas en la obra al final el mensaje que se daban es lo he pasado mal, pero he salido, y tengo una vida, un trabajo y el hombre que me lo ha hecho pasar mal no quiero volver a saber nada de él, no quiero tener relación con él, yo he sabido salir, he crecido y me he empoderado.
Y claro eso fue muy fuerte porque fue un trabajo de empoderamiento in situ.

A mí me parece que ya hablar, ya hablarlo, ponerlo en común ya es un cambio, porque a lo mejor el que tienes al lado no tiene ni idea de que esas situaciones van más allá de un teatro o de un cine o de una tele. Esa clase de situaciones jodidas las tiene tu compañero en casa.

EM: Las tres obras que ha montado The Cross Border Project tienen un elemento inherente de educación. ¿Va la educación en paralelo con el teatro?

LM: Por como lo concibo no sé separarlos. Yo estudié gestión cultural así que cuando pienso en un proyecto no sólo pienso en proyecto escénico, cuando pienso en un proyecto de repente pienso que podemos invitar a tal persona a que venga a hablar a la salida, y podemos hacer un taller sobre este tema porque está vinculado con la obra. No sé separar lo educativo de lo teatral, porque siempre aprendes algo.

EM: Como nos has contado, el público no es un ente pasivo en las obras de The Cross Border Project. A la hora de montar y presentar una obra, ¿qué papel juega el público?

Escena de la obra de teatro foro “¿Qué hacemos con la abuela?” de la compañía teatral The Cross Border Project.
Foto cortesía de The Cross Border Project
Escena de la obra de teatro foro “¿Qué hacemos con la abuela?” de la compañía teatral The Cross Border Project.

LM: Yo siempre pienso cómo involucrarles, cómo hacerles partícipes para que cuanto más participen se sientan como [que] pueden ser un personaje ellos para que vivan la escena de verdad desde dentro, para que el teatro no sea yo estoy aquí, tú estás ahí. Porque a mí lo que más me gusta cuando veo una obra es eso de estar tan dentro de la historia que te la crees. Qué mejor manera que hacértela creer que el que seas un personaje de esa historia de alguna manera.

En “Fuente Ovejuna” había un momento en que ellos se convertían en los invitados a la boda de Laurencia y Frondoso. Repartíamos tequila con el público y cantaban con nosotros “El Rey”. De esa manera el planteamiento que se hacen después cuando a Laurencia se la llevan a mitad de la boda, y la violan, el público se tiene que plantear hasta qué punto ellos son responsables. No tanto en la obra sino cuando algo así sucede fuera.

En “Perdidos” les dejamos usar el Twitter, el móvil y demás también porque hemos hecho funciones para adolescentes y pensamos que era una buena manera de que no se sintieran en el colegio, de hacer que se sintieran en un espacio en el que ya vales, en el que eres libre, te hablamos como a un adulto y puedes usar el móvil si es para esto y creemos en tu responsabilidad de usuario. También les damos un avión de papel al público a la entrada. El avión de papel se va usando en distintos momentos de la obra. Lo que sucede es que la obra acaba con los actores lanzando ese avión de papel que es como ellos volando, yéndose del país. El público lo entiende muy bien y es un poco como en solidaridad como si ellos comparten ese dolor lo lanzan como diciendo “Me jode mogollón que os tengáis que ir”. Los chicos se están yendo y el público va lanzándole los aviones.

Entonces buscamos siempre cómo el público puede contarnos qué piensa haciendo algo durante la obra. El avión de papel hay gente que no lo tira y luego te dicen “No lo he tirado porque no quiero que os vayáis; el no tirar el avión para mí significa que esos jóvenes no se van”.

[Pensamos en ] cómo podemos dotar de herramientas que el público emplee para construir la obra con nosotros un poquito.

EM: Pero el distanciamiento también se utiliza como técnica de significación. ¿No te da miedo, entonces, que el público no se pueda distanciar?

LM: Sí, lo he pensado, sobre todo no porque no se pueda distanciar sino porque yo genere unas piezas en las que les obligo a formar parte. Y esa es una cosa que me planteo mucho. Pero como hasta ahora no he tenido quejas… O sea, porque es una participación en la que no señalas con el dedo y el público tiene que hacer esto. Si quieren lo hacen, si no, no, y no pasa nada.

EM: Las obras de Cross se han presentado en distintas partes del mundo: desde Nueva York hasta Senegal, desde Madrid hasta París. ¿Las recepciones en distintos países a la misma obra fueron distintas?

Escena de la obra de teatro foro “¿Qué hacemos con la abuela?” de la compañía teatral The Cross Border Project.
Foto cortesía de The Cross Border Project
Escena de la obra de teatro foro “¿Qué hacemos con la abuela?” de la compañía teatral The Cross Border Project.

LM: Sí. Por ejemplo, “Fuente Ovejuna” que se vio en Estados Unidos y en España creo que la recepción era distinta. En Estados Unidos dolía más el ver a la mujer latina que le sucediera eso, el que las latinas se veían superrepresentadas, que el feminicidio de México era el feminicidio de toda América Latina. En España les dolía no tener ni idea de lo que estaba pasando en México. El salir diciendo: “Soy un animal que no tengo idea de esto que es enorme”. Entonces puede doler igual y puede hacer reflexionar pero creo que la reflexión es distinta porque el público es distinto.

En Senegal… en “¿Qué hacemos con la abuela?” [que trata sobre el dilema que enfrenta una familia a la hora de decidir cómo cuidar a una abuela con Alzheimer] aquí el público sale entristecido porque refleja su día a día y refleja conflictos que están viendo. En Senegal salían sorprendidos porque la historia que les estábamos contando les parecía que era hablar en chino.

Y si traemos “Las Burladas” a España pues habrá gente que no entenderá ciertas cosas porque la música es toda ecuatoriana, tiene algo que te lleva al país, a la zona donde se ha hecho y sin lugar a dudas esa comunidad va a empatizar de manera más directa.

Es como “Perdidos”. Tú puedes ver “Perdidos” y te puede gustar mucho y te puedes emocionar pero no como a un español porque las canciones que usamos son referencia para una persona de la generación de aquí. El Colacao, lo que bebíamos cuando nosotros éramos pequeños, no es lo mismo que lo que se bebía en Argentina. Algunos argentinos la podrán ver y se sientan reflejados porque habla de la migración, del exilio, [pero] siempre hay un porcentaje que va pegado para la comunidad para la que está hecha porque se juega con lo local, con lo comunitario.

EM: ¿Cuál es el próximo destino de The Cross Border Project? ¿Lo ves cruzando de nuevo la frontera hacia Estados Unidos?

LM: En términos de desplazamiento geográfico espero que en corto plazo, en un año o dos, se vuelva a ir a Estados Unidos y a Europa como el año pasado estuvimos en París. Seguramente este año no salgamos pero vengan los europeos a casa … a tener una actividad que nosotros acogemos a compañías de Europa. A Estados Unidos es difícil llevar a todo el Cross, pero yo sí voy a volver, aunque sea de vacaciones o a dar un taller, pero vamos (ríe).

Crónicas desplazadas

Fragmentos de Crónicas de Indias hallan espacio en un cuerpo gradualmente travestido y en la voz de un criollo en dos cortos del cineasta ecuatoriano Miguel Alvear.

cronicas PEDRO CIEZADe como se daban poco estos indios de haber mujeres vírgenes y de como usaban el nefando pecado de la sodomía. (De la serie Crónicas, reloaded, 2013)

  • Realización: Miguel Alvear
  • Arte: Enrique Vásconez
  • Música: Alex Alvear
  • Cámara: Miguel Alvear
  • Interpretado por León Sierra

Interpretación de un fragmento de la Crónica de Indias de Pedro Cieza de León, escrita en el siglo XVI. El fragmento corresponde a su descripción de las costumbres de una comunidad de la actual península de Santa Elena, en la costa ecuatoriana.



naufragio El CriolloEl criollo
(de la serie Naufragios, reloaded, 2010)

  • Realización: Miguel Alvear y Amaia Merino
  • Arte: Enrique Vásconez
  • Música: Alex Alvear
  • Cámara: Daniel Avilés
  • Interpretado por León Sierra

Interpretaciones de un fragmento del libro Naufragios (1542), del explorador y cronista español Álvar Núñez Cabeza de Vaca para la exposición El d_efecto barroco. Políticas de la imagen hispana, curada por Teresa Badia y Jorge Luis Marzo. En este proyecto – realizado encloselaboration con Amaia Merino– tres actores profesionales interpretan textos de la crónica en la que el expedicionario informa al Rey de España sobre su desastrosa travesía de ocho años desde La Florida hasta los territorios del México actual.

En su crónica, el conquistador español deja entender que sufrió una suerte de paulatina “deshispanización” por su prolongado contacto con los pobladores americanos, hispanidad que reconstruye a medida que se vuelve a conectar con el mundo cristiano. Esta circunstancia me parecía interesante en el contexto de la mencionada exposición, pues su propósito era decodificar lo barroco como una construcción sobre la cual se ha edificado la noción tal vez artificial de la “hispanidad”, ideología que suele encubrir intereses económicos y políticos.

MIGUEL ALVEARMiguel Alvear (Ecuador) es artista visual, realizador, gestor cultural. Su trabajo ha sido incluido en las antologías de cine experimental Visionarios y Cine a contracorriente. Participó en la 55 Bienal de Venecia (2013). Es autor del libro Ecuador bajo tierra, videografías en circulación paralela (2009), sobre cine informal en Ecuador. En la actualidad vive en Quito y trabaja en su siguiente proyecto fílmico Por un puñado de DVD.

Crónica de la piel

Una selección de poemas del venezolano Adalber Salas Hernández

[alert type=»yellow»]Nota del editor: Los poemas pertenecen al libro Salvoconducto.[/alert]

Poemas

  1. Crónica de la piel
  2. Del testigo
  3. Barcelona, 2011
  4. Pasaje de ida

Crónica de la piel

Esta mañana
Caracas amaneció repleta
de muñecos de cera.
Estaban parados en las esquinas
sentados en los techos
echados en los parques
plantados en las puertas de los edificios
en las escaleras de los barrios.
Miles.
La gente miraba sus ojos nublados
la superficie brillante de sus cuerpos
esa inmovilidad como traída
de algún sueño
demasiado viejo para ser recordado.
Miraban y hablaban
la gente a ellos
a los muñecos de cera
les hablaban con voracidad
los atiborraban de palabras
que se pudrían con el sol.
A todos les gustaba
esa manera de callar
que delataba lo espesos que
eran los pensamientos en sus
cabezas
les confesaban sus miserias
las que mordían sus nucas al dormir
les declaraban un amor
sin hervores
sin esa fiebre
que empaña los espejos
y hasta peleaban con ellos
(varios muñecos fueron abatidos
algunos
por la espalda).
Hacia el final de la tarde
ya se habían derretido
casi por completo:
uno podía ver burbujas
sobre esa piel opaca y triste
como si fueran el síntoma
de una enfermedad voraz
y definitiva como todo lo palpable.
Nunca fueron tan amados
como cuando sus rostros
se habían diluido
en una masa
impronunciable.

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Del testigo

No sé cuáles eran sus nombres
al principio.
Se han vuelto borrosos
pasando de una boca a otra
como mercancía de contrabando.
Tampoco conozco sus edades
ni los rasgos que cosían
sus rostros.
Solamente sé
lo que todo el mundo ya sabe
que ellos no tenían
nada que ver que
miraron por error
lo que estaba ocurriendo
allí junto a ellos
y siempre siempre
hay que pagar las miradas que lanzamos.
Solamente recibimos esta ley.
A ellos los ataron
para que no se movieran.
Así pudieron escuchar bien
el ruido de sus propios huesos
al romperse
cuando los patearon.
Escuchar bien sí escuchar bien
hasta que nada más quedara la sordera
el cuerpo haciéndose denso
compacto
olvido.
Los dejaron ahí
y no sé
si sobrevivieron o no.
Sus nombres
irreconocibles
siguen testimoniando.
(Solamente testimonia
lo que se ha vuelto tan ilegible
para sí mismo
que empieza a pertenecer
a la boca de todos
al mundo hambriento y brutal
de los hechos).
Tomo esos nombres
y los pongo ahora bajo mi lengua
como una moneda vieja
y gastada
como un pequeño sol oxidado.

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Barcelona, 2011

Fue en una de esas calles
tan largas y tan estrechas
que parecen un destino.
En la acera derecha
había un sillón rojo
y en el sillón rojo
había un hombre
delgado.
Su pecho subía y bajaba
levemente
dentro de una franela desteñida
llevaba jeans
gorra
y unos zapatos mal dibujados.
Todo él estaba hundido
en esa inocencia que sólo tienen
los minerales.
Junto a su brazo había
una inyectadora
fruto sangriento que permanecía
inmóvil
con una mansedumbre que aún
no me sé explicar.
Estaba solo
completamente
a la deriva en esa calle
demasiado extensa como para ser
otra cosa que la eternidad.
Algunos pájaros
volaban sobre su cabeza
dibujaban grietas
en la triste simetría de sus rasgos.
Eran de esos pájaros que
no entran en la niebla
porque temen ser borrados.
Todavía puedo verlos
o imaginarlos
sobre ese cuerpo
ese reloj roto
del que se habían ido
todas las horas.
Todavía puedo ver
cómo el tiempo se pudría
sobre esos párpados cerrados.

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Pasaje de ida

El tiempo es el hambre
pienso
la brutal música del hambre.
Miramos la
pantalla de salidas
y el próximo vuelo
y el próximo
y el próximo
todos despegando
con la precisión del olvido.
El tiempo es el
hambre
que vacía
las cosas desde adentro
eso que les regala
justo ahora
el paraíso duro de la espera
y la huida.
(¿De quién es este ahora?
¿a quién se lo robamos?)
los relojes no saben nada de esto
no pueden oír su arritmia
los ensordece.
Observamos las filas de gente
maletas bolsos tickets
recuerdos regados como aserrín por el suelo
para que no hagan ruido los pasos.
(¿Contra qué se escriben los pasajes de avión?)
El corazón es un órgano para la fuga
un órgano roído por minutos
por ratas
tercas implacables.
Escuchamos la cadencia
estúpida de los motores
el sonido del tiempo que nos
abre vetas en la carne.
Así suena el hambre
así así
suena como el próximo vuelo
como la música que se escurre
se repite
detrás de las paredes
erosionándolas
(pienso y) miro entonces
tus manos
como frutos
abiertos
enseñando sus semillas sus
carnes blandas
su piel
callada
frutos que ya no pueden
ser arrancados
a la boca del silencio
por nadie.

Adalber el escribienteAdalber Salas Hernández. Caracas, 1987. Poeta, ensayista, traductor. Licenciado en Letras. Ganador del II Premio Nacional Universitario de Literatura con el libro La arena, el vidrio: ascenso en tres movimientos (Caracas, Editorial Equinoccio, 2008), así como autor de los poemarios Extranjero (bid&co. editor, 2010; Común Presencia, 2012), Suturas (bid&co. editor, 2011) y Heredar la tierra (Común Presencia, 2013). Asimismo, ha publicado el volumen Insomnios. Ensayos sobre poesía venezolana (bid&co. editor, 2013). Han sido publicadas sus traducciones de El hombre atlántico, de Marguerite Duras ( bid&co. editor, 2013), y Elogio de la creolidad, de Bernabé, Chamoiseau y Confiant (bid&co. editor, 2013). Textos suyos, tanto poesía como ensayo, han sido publicados en distintos medios, nacionales e internacionales. Actualmente se desempeña como director de la colección Voces Iniciales en bid&co. editor, como parte del consejo de redacción de la Revista POESIA (Universidad de Carabobo) y cursa como becario el MFA en Escritura Creativa en Español de New York University.

John K. Lawson: From the ruins, a rebirth

After Hurricane Katrina destroyed his home and work, the British artist gives new life to the remains of a devastated city.

By Betty Aguirre-Maier
Entremares Magazine

Para leer esta historia en Español, hacer clic aquí

In August of 2005, Hurricane Katrina pummeled New Orleans, leaving John K. Lawson’s house and studio under nearly 10 feet of water for six weeks. The storm changed the British artist’s life, setting a before and after nonetheless infused with optimism for art and life.

Lawson grew up in the English countryside, where he came into contact with gypsies and transients who came to his home looking for work or food. Their skin, weathered by countless wandering days, and the texture and craftsmanship of their intricate clothing fascinated his young, artistic eye. From them, he acquired a unique sense of place and space, and a nomadic mindset. This, as he would later learn, had a profound effect on his life: his decision to move to the Deep South, to New Orleans, a true melting pot of French and African-American heritage, and how years later a catastrophic storm would force him to rebuild his life and move again.

Before Katrina, Lawson was known for his intricate works using discarded Mardi Gras beads. At night, when the carnivalesque exuberance waned and the city slept, Lawson would wander down St. Charles Avenue and collect the beads, which became the building blocks of extraordinary art pieces, such as a piano completely covered by the colorful beads. But beyond their aesthetic beauty, these pieces are charged with political and social commentary.

After Katrina, Lawson moved north, where he divides his time between the cityspace of New York and the rural life in his home in Massachusetts. Here, he begins a new chapter filled with new memories, characters and life, the product of which are published here.

These pieces, which Lawson has spent the past five years working on, are enveloped in a mystic aura, impregnated with energy and intricate details. Painted paper, newspaper, magazine and catalogue clippings are the raw materials that Lawson employs to construct characters that appear and disappear in a fragmentary play of color and form. Iconic figures of the jazz scene such as Ella Fitzgerald, John Coltrane and Charlie Parker seem to emerge from the stupor of an endless party, of a perpetual carnival that celebrates life. The spectator can’t help but feast on the colors, the constant movement, and surrender to Lawson’s call to life.

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JL PhotoJohn K. Lawson (Birmingham, England, 1962). Lawson first came to United States on a student exchange program to Louisiana State University. Lawson was drawn to the Deep South and became part of an underground art culture in New Orleans that included working in tattoo, T-shirt, and graffiti murals. Lawson became known for his unique drawing style and creations using recycled Mardi Gras beads. In 2005 Lawson’s home and studio were destroyed during Hurricane Katrina. He spent several years reworking his flood-damaged pieces. This gained the attention of several New York galleries and awards including the Pollack Krasner Foundation. In 2009, Lawson began working on a series of large scale figurative collage work. Some of these are currently on view in New York at MZUrban Art. Lawson divides his time between New Orleans and New York City, where he lives with his wife, and son, Sebastian. To learn more about the artist, please follow this link.

Raíces de ciudad

El pintor ecuatoriano Marco Martínez Espinoza le rinde un homenaje a la ciudad serrana de Cuenca.

HOMENAJE A CUENCA

Cuando por primera vez llegué a esta ciudad me conmovieron las montañas que la abrazan, los ríos que la bañan y el paisaje urbano con sus templos así como sus antiguas y hermosas casas. Hoy es una urbe en constante crecimiento a la cual rindo mi imperecedero homenaje de cariño y gratitud.

~ Marco Martínez Espinoza

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Lo que dicen los críticos…

Alexandra Kennedy Troya > Historiadora de arte y catedrática de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador

La visión de Marco Martínez Espinoza —sus ojos y pinceles— se adentra extasiada y tímidamente por los hiucundos, la densa selva o los enloquecidos ríos serpenteantes. Sigue una tradición de muchos siglos, sigue lo que llamo la cadena generacional. Sin saltarse ni un solo paso, imaginó el paisaje como lo habían hecho en su momento Troya o, actualmente, el cubano Tomás Sánchez. No dejó de entrenarse en él, de regodearse en él. Mas el pincel, el lápiz o la mano siguen los rasgos que los ojos miran, que el intelecto sugiere o que el alma percibe. Y hay impactos en la vida que le hacen a uno fijarse, posicionarse en una nueva constelación. Martínez empezó a observar con su hijo Juan Pablo una región poco explorada por artistas e ilustradores: el bosque seco, el claro cielo, la brillantez del tronco sin una hoja, el copo de una lana que nace del ceibo y vuela enloquecido sin rumbo alguno.

Inés M. Flores > Historiadora de arte

En esta muestra, el maestro Marco Martínez Espinoza nos permite, al menos imaginariamente, apartarnos por un momento del tráfago citadino de una urbe donde la modernidad, de manera avasalladora, se ha impuesto sobre el tranquilo decurso de las horas de un pretérito cercano.

El arte de Martínez se nutre, en gran medida, del conocimiento científico de la vegetación de nuestra geografía, y entonces aparecen las flores y los animales, como para ilustrar unos catálogos de botánica y de zoología. Pero no es solamente el conocimiento del tema el que guía la mano de este artista, sino el amor al mundo vegetal y a los vertebrados e invertebrados que pululan en sus lienzos.

Jorge Dávila Vásquez > Escritor y crítico de arte

Esta muestra es no solo la evidencia mayor de la maestría a la que Marco Martínez Espinoza ha llegado, en cuanto al uso del color, a la flexibilidad compositiva, a la capacidad de evocar la realidad representada, con un poder creativo que asombra, conmueve, encanta, sino también una especie de vasto poema a la Pachamama, esa tierra madre que abraza la ciudad, con sus ríos, sus montañas, las piedras que brotan de su entraña, las nieblas y las nubes que la sobrevuelan, como aves legendarias.

Rodrigo Villacís Molina >  Crítico de arte y literatura, periodista y catedrático universitario

Martínez se da a conocer, en principio, por su dominio de la acuarela, técnica a la que él dedicara mucho estudio y práctica, fascinado por las posibilidades que ofrecen esos delicados pigmentos. En su obra, que adopta como tema el bosque húmedo, aparecen formas neofigurativas, a veces explícitas y otras mimetizadas con hojas, troncos, ramas; pero siempre con una disimulada carga erótica. Después el pintor descubre, al sur del país, el bosque seco, con los ceibos, que simulan cuerpos humanos y el abrazo amoroso de la pareja. La búsqueda de nuevos materiales le lleva a ensayar una mezcla de óleos, acrílicos y tintas, convirtiéndose en un aprendiz de alquimista, que al cabo de innumerables experimentos consigue lo que buscaba: la mezcla adecuada para alcanzar lo que yo llamo “texturas virtuales”, porque no responden al tacto, pero producen un efecto visual de asperezas y relieves. Es una técnica desarrollada por Martínez, que ciertamente constituye un aporte al oficio de pintar.

Autoretrato de Marco MartínezMarco Martínez (Ecuador, 1953) se graduó de arquitecto en la Universidad de Cuenca en 1977. Desde 1986 participa en exposiciones colectivas y en salones de pintura en el país. Su pintura vinculada con la naturaleza empieza con la exposición “Homenaje al Bosque Tropical” en 1994. Con la Exposición Itinerante “Equator and its natural environment”, en la Organización de Estados Americanos, Washington, D.C., Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, Ginebra, Suiza, y Unión Postal Universal, Berna, Suiza, en 1998, inicia su etapa de exposiciones internacionales que lo han llevado a Estados Unidos, Francia, Suiza y Gran Bretaña. Actualmente trabaja e investiga sobre nuevas técnicas en su taller en Cuenca, Ecuador.

Hermosas flores sobre las autopistas de la noche

Una selección de poemas del ecuatoriano Juan José Rodinás

por Juan José Rodinás

Poemas

  1. Hermosas flores sobre las autopistas de la noche
  2. Las Estrellas
  3. Desde un carruaje bajo la noche perdida
  4. Cuentito sobre los paisajes
  5. Tras recorrer la carretera en un Ford antiguo
  6. Sobre un cuento de Dino Buzatti
  7. La cámara de Tziga Vertov sigue filmando sola
  8. Después de la lectura de Alicia en el País de los Cuantos de Robert Gilmore

Hermosas flores sobre las autopistas de la noche

La noche pide: “inclúyeme en la imagen”, mientras alguien
llora en mi cabeza y nos perdemos.
Cuento los billetes para subir al tren
y la noche es un puente desarmado.
Estrellas cuentan. Cuentan los trenes.
Porque los trenes de esta casa solo van a esta casa.
La casa es pequeña: es más bien una habitación mía.
Los trenes sólo conducen a la mente de quien,
por esta casa, estuvo (y midió los atajos entre el cuerpo
y las estrellas dibujadas sobre el cielo vacío).

Te lo dije: billetes, escobas, fundas de basura
como largos lamentos. Pídeme sobrias explicaciones
como estrellas molidas. Sí. La noche me pide mis lamentos.
Hay letreros que dicen: Sex shop, consultorio, dinero.

En efecto, soy alguien que sólo es material
cuando sale del cuadro. ¿me ves perderme o,
al menos, enfrentarte, cuadro del cuadro de mi sueño?
Aquí acaricio un animal empedrado y áspero,
pero cuyas heridas son formas de una frontera en movimiento.

Estoy perdido dentro del cuadro y fuera del cuadro:
estoy perdido. Nunca en el límite que trazo velozmente.
La energía pide morir, pero canta para su flor en bruto.
La esfera canta (y dentro se ilumina el no lenguaje
como una marcha de obreros en el centro de una ciudad vacía).

Canta la probabilidad, canta la esfera de mi noche
donde crecen las flores encima de las cucharas sucias,
encima de las latas de cerveza y las cobijas húmedas.
Canta la probabilidad de tantas flores vivas o muertas.

La noche y sus anuncios duermen sobre mi bosque rojo
y se oyen mugir tractores que nunca conocerán
el horizonte sobre las arrojadas formas de mi brasa viva.
Estoy en el límite entre la llama que quema las pasturas
y el hielo que aviva esos incendios: y que inventa otros.
En medio de mis hablas un avión destruido recomienza
la esperanza de que las flores vuelen conmigo,
sobre un mundo en el sueño de todas mis autopistas perdidas.

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Las estrellas

No escribí: tribu de un hombre solo,
un hombre despoblado de hombre
también anhela cielo.

Escribir el horizonte
es mirar el cielo y pensar en algo que no sea nube.
Nube, dicción, grumo. Yo sé:
el hambre de estrella también mata,
la estrella mata por ausencia de fruto,
por ausencia de frase en bruto.

No hay humano que también hable astro. Por eso,
la letra no es eterna, la letra canta su caverna y cráneo
por eso el hombre no merece estrella,
sino cuchara, jarro de lata & péndulo.

Y, ahora, un hombre dibujado escribe a su obra muerta:
dame la llave de la casa que no existe para poder quemarla,
quedarme allí, quemarme de invisible:
el humo de la casa del NO,
la ruina de lo que NO me queda.

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Desde un carruaje bajo la noche perdida

Las flores blancas:
la narración interna de una luna que giraba
entre la flor y su extremo de agua.
Hacia: la descripción de un bonsái
en cuyo cielo mínimo nevaba.
Esto no es jardín: pero presta atención al detalle completo.
Tu decías que la zanja era de algún modo
como las estrellas sobre el bonsái
en la sala de la casa con hijos que jamás tendré.
He llegado a viejo demasiado pronto,
como si los banquetes de la vida
se hubiesen comido a sí mismos, en una cena
a la que yo no había invitado a nadie.

Y sé, después de todo, que esto también era soñar.
Un sol que, de pronto, se podía iluminar
a sí mismo y dejar que alguien se ocupe de toda la belleza.

Las cosas, las cosas, las cosas.
Y un río que, de pronto, existía también.

Y las estrellas.

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Cuentito sobre los paisajes

La irrealidad
describe el corazón de una oruga en la mente.
Si yo supiera dónde está mi mente
empezaría por describir algo:

la iridiscencia de un órgano ínfimo
solo palpable, tras la niebla de plomo,
con la mano de un niño.

Cerebro que resguarda las nervaduras negras
de la ante-mariposa.
Cerebro-caja de siete puertas
donde crece un baniano de niebla.
Cerebro-invierno
donde los animales muelen su estructura
para abrirse a lo blanco.

La irrealidad es una vela que se enciende.
Esta noche se quemarán los campos.

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Tras recorrer la carretera en un Ford antiguo

Hablas con una chica que acaba de morir.

¿Cómo te llamas, muchachita?
Posibilidad Sueño García de la Mente.
¡Mancha el corazón con esto!
¿Y qué es esto?

Esto es el sueño de un hombre
que despierta en un lugar inhóspito
y tiembla mientras dura este poema
-sobre tarros de gasolina-
forrado con pieles de una paloma de cartón.

Por eso, mi forma de llorar
es escribir sobre tus pies cansados,
mientras miro una casita roja
más allá del aeropuerto de la ciudad perdida
y de su bosque a la redonda.

Así ha sido mi vida,
la casa del detalle,
la voluntad de un pájaro por destruir su canto.

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Sobre un cuento de Dino Buzatti

Leo el evangelio de las cosas en el ojo del caballo:
una carretilla (que no entiendo,
pero que avanza con tripas arrastradas
sobre una carretera de hielo).

La nieve es nieve.
Leo la descripción de esa carretilla
y la palabra carretilla se copia aquí.
Eso leía o eso leo.

Leo una historia muerta
(fragmentos de objetos que no hay:
un pozo diseñado para imaginar
que hay un pozo ahí donde está el pozo).
Imagen que trucamos para que nos crean
cuando decimos la verdad:
la carretilla lleva tripas hacia la casa donde…

El caballo sueña un caballo inmolado
sólo para demostrar que hay sufrimiento,
pero lo que leo es un montón de vísceras
y un caballo sagrado por fuera de la foto.

En fin, entrar y salir del cuadro:
el propósito es mostrar que los caballos no corren libres,
pero podrían y ese podrían impulsa al caballo irreal
por fuera de la foto: la realidad es que la masa
de órganos un día atravesó el campo muerto,
entonces vivo.

Después de todo hay cedros (y rosas
clonadas en genoma laboratorio dentro y algunas
vacas) y hay cedros y cráneos de conejo y tarros
de basura.

Hay mucho campo muerto, pero el caballo
estaba vivo en el campo muerto, pero hoy yo estoy vivo
& muerto.

El caballo y yo estamos hechos de neuronas,
palos y piedras para que la gravedad no nos olvide.
El caballo y yo somos dos carretillas de vísceras
que nadie lleva.

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La cámara de Tziga Vertov sigue filmando sola

Si yo pudiera mirar la casa que tengo en frente.
La casa donde el gorrión espera
que el gorrión regrese
cuando yo,
mi cabeza en el agua,
perdido en alguien,
nunca en mí, regreso.
Si este ojo fuera mi ojo,
estaría mirando,
frente a frente,
realidad miraría,
aunque fuera sólo
una forma exterior del vacío que arrecia.

Si algo viera
vería una cabecita de trapo esperándome,
como si la hubiese sostenido mi hija,
como si la casa estuviese vacía para siempre.

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Después de la lectura de Alicia en el País de los Cuantos de Robert Gilmore

La nieve dibuja
una casa roja que no verás por ahora.
La casa roja está allí, pero tienes que esperarla un poco.

Dicen los que saben de algo
-y uno es El Ignorante-
que un copo de nieve se ha extendido en la península
bajo la mano y bajo la mano hay partículas de agua
entre la piel y el viento.

En esa imagen,
en un micropunto de esa imagen,
se desprende un quark extraño
porque es imposible,
de un neutrón de un átomo hidrógeno
porque es imposible
hacia el paisaje, se desprende el antineutrino
en la paleta de tres colores.
Un quark extraño se desprende
porque es imposible.

Entiendo que esto, el hombre común,
-como yo que aquí sólo imagino-
sólo puede –también- imaginarlo.

¿Puedes imaginarlo conmigo?

Un racionalista lo habrá pensado diferente,
pero lo cierto es que la nieve ha derribado la casa
para dar sentido a esta precipitación de lluvia
y de partículas, cómo no, elementales.

Se teje la materia punto tras punto
-del punto al punto-
hay un color de encaje entre los hilos
del quark encanto al quark arriba,
del quark extraño al quark abajo
del quark fondo hasta el quark cima.

Un cielo imaginado sería suficiente
para que este neutrón tenga hogar en la casa de la vida.

Cielos claros donde un mirlo es ordenado,
monseñor de las estrellas de los valles vacíos,
ruiseñores quarks vuelan sobre la cima del neutrón.

Todo está en todo- reza el adagio.
El color reúne.

Rojo que no es rojo: ¿un antirrojo?
Verde que no es verde.
Azul que sólo es azul a veces
-azul del antiazul a veces-
como ahora que la nieve se derrite y la pala del granjero
se hace visible.

El color da sentido, pero es irreal.
Desde abajo de la materia el gluón pega lo invisible,
pero es casi tan irreal como tú y yo mientras leemos esto.

Pega lo invisible.
Pero tú has visto que no hay nada que ver.
El mundo
-y su baile de quarks-
de pronto es sólo el mundo
y la primera
y la única mariposa.

 

SONY DSCJuan José Rodinás (Ambato, Ecuador, 1979) es el seudónimo de Juan José Rodríguez Santamaría, nombre bajo el cual publicó sus primeros libros. Estudió literatura y periodismo en Quito. Hizo cursos de traducción en Madrid. Ha publicado Los rastros (Quito, 2006), Viaje a la mansedumbre (Barcelona, 2009), Barrido de campo (Arequipa, 2010), Código de Barras (Quito, 2011), Cromosoma (Quito y Santiago de Chile, 2011), Estereozen (2012), Anhedonia (Popayán, 2013). Ha sido incluido en varias antologías. Además, ha publicado varios ensayos sobre poesía ecuatoriana e hispanoamericana. Ha obtenido el Premio Internacional de poesía joven La Garúa, entre otros. Algunos poemas suyos han sido traducidos al inglés y al francés.

Australis: El new age que viene del sur

Con melodías instrumentales de gran riqueza, matizadas de texturas vocales y pobladas de arreglos étnicos y elementos acústicos, el músico tiende puentes entre distintos puntos del planeta.

Por Betty Aguirre-Maier
Entremares Magazine

Escuche a Australis

1.Australis-Adrift-Adrift


2.Australis-Adrift-Silhouettes


3.Australis-Adrift-Cursed


4.Australis-Adrift-DeepAmericas


5.Australis-Adrift-Fragile by design


6.Australis-Adrift-Afternoons in paradise


7.Australis-Adrift-142


8.Australis-Adrift-Homecoming


9.Australis-Adrift-Thelunatic-part two


10.Australis-Adrift-Slip away with me


11.Australis-Adrift-Epilogue


12.Australis-Adrift-Turnsoffaith

Australis es el proyecto musical que lleva a cabo el peruano Oscar Aguayo radicado en Utah, Estados Unidos, y siendo su único responsable, también  ha utilizado ese nombre como  marca personal. Australis se originó en 2004, cuando la agrupación musical en la que Aguayo componía, producía y era vocalista, se disolvió. Sin tener un plan exacto, decidió hacer composiciones sin los límites impuestos por la industria de la música. Aquella resultó ser una decisión afortunada. Pocos meses después, se hallaba lanzando al mercado su primer álbum: «Lifegiving» (2005), que fue acogido con gran éxito entre los seguidores del género new age e instrumental. Después vendrían otros trabajos musicales como «The Gates of Reality» (2008), «Sentient Genus» (2010) y su último álbum «Adrift” (2014), del cual se pueden escuchar fragmentos en esta publicación.

El new age (nueva era) es un género que tuvo sus orígenes en músicas autóctonas como la céltica, la africana o la tibetana, cuyos sonidos cobraron vigencia hacia 1960 al fusionarse con melodías ligadas a la meditación y la espiritualidad, propias de movimientos que buscaban potenciar la vida interior y la creatividad, pero que sobre todo buscaban despertar emociones en quienes la escuchan. El new age, debido a su versatilidad, ha permitido experimentos bastante peculiares como la construcción de melodías minimalistas, la creación de piezas mediante la repetición de matemática fractal y sincretismos con el jazz, el tango y la voz humana. Entre los representantes más renombrados de este género están el músico griego Vangelis, la banda alemana Cusco, la británica Sara Brightman –quien canta una variación del new age denominada classical crossover– y  la agrupación rumana Enigma, que ha realizado temas donde se priorizan los sonidos electrónicos.

En esta misma línea, Australis (que significa “del sur”) le ha otorgado a Aguayo y a su proyecto musical una peculiar identidad latina. Aguayo emigró a Estados Unidos hace casi 30 años y, como todo inmigrante, no se fue del todo de su país de origen y quiso tender puentes imaginarios de sensibilidad entre uno y otro punto del planeta. Al escuchar su música, descubrimos melodías instrumentales de gran riqueza, matizadas de texturas vocales y pobladas de arreglos étnicos y elementos acústicos.

La música de Australis ha sido posicionada por los medios y por el público en los géneros de new age, ambient, electronic y neoclassical, y ha llegado muy lejos, fuera de los Estados Unidos, hasta países del norte de Europa, en donde su audiencia siempre espera por nuevos trabajos y cuyas expectativas serán saciadas finalmente este año con el lanzamiento de «Adrift”.

En un diálogo con Entremares Magazine, Australis nos habla de lo que le conmueve y le inspira a crear cada tema, así como de su último CD, que será lanzado a mediados de mayo.

Entremares Magazine (EM): ¿En qué te inspiras?

Oscar Aguayo (OA): Quisiera tener una respuesta exacta para esta pregunta: algún aspecto específico de la vida al cual recurro constantemente por inspiración. Pero mi experiencia siempre ha sido mucho menos precisa, más difícil de localizar. Por un lado, pienso que lo que llamamos ‘inspiración’ es en realidad vulnerabilidad, y que todos somos vulnerables a ciertas cosas. Y cuando esas cosas – particulares para cada persona – se nos acercan: nos afectan, nos conmueven, nos sacuden. No importa de qué se trata, al final todos tenemos áreas de nuestra psicología que son más sensibles que otras. Así es más o menos como funciona para mí. Ocasionalmente se presentan conceptos nuevos, se dan situaciones inesperadas que tocan mi corazón con más fuerza de lo cotidiano. Es difícil señalar cuáles son con exactitud porque casi siempre se trata de cosas impredecibles. Esa es la forma en que yo experimento inspiración.

Por otro lado, cuando nos vemos afectados de esa forma, profundamente conmovidos por algo poderoso e imprevisto, no nos queda más que lidiar de alguna forma con esos sentimientos hasta que terminamos por digerirlos y seguir viviendo. De lo contrario perderíamos la cordura. Obviamente, todos hemos aprendido nuestras propias maneras de procesar esta clase de sentimientos. Algunos lloran, otros hablan, otros huyen, otros escriben… otros componemos música.

Aunque no puedo dar una respuesta específica a la pregunta, sí puedo dar un ejemplo. El tema «Little Clockmaker» (Pequeño Relojero), por ejemplo, nació de emociones que mi hijo (de seis años) plantó en mí luego de haber aprendido a leer las horas del reloj y, viéndome siempre ocupado trabajando, anunciara que iba a modificar el reloj de la casa para que vaya más despacio y así yo pudiera tener más tiempo para jugar con él.

Nunca sé por dónde va a venir lo que me conmoverá más adelante; pero cada vez que sucede, produzco nueva música. Así que solo necesito asegurarme,  permanecer sensible y atento.

EM:Este es tu cuarto CD, “Adrift”, A la deriva. ¿Qué  hay de nuevo en este trabajo?

Australis - Adrift (cover)OA: Como con mis discos anteriores, este disco contiene material completamente nuevo. Es decir, ninguno de sus temas ha sido publicado previamente y el oyente dispondrá de doce temas nunca antes escuchados.

Otra novedad es la segunda parte de la suite «The lunatic» (El lunático). La primera parte fue lanzada en el álbum anterior (Sentient Genus) en el 2010. La segunda parte, incluida en «Adrift», es la continuación a partir de donde se quedó la primera.

Una confesión personal acerca del álbum, sin embargo, es que ha sido producido durante un periodo muy duro de mi vida. Durante los tres años que me ha tomado componer todos los temas del disco he tenido que enfrentar situaciones muy adversas, situaciones de esas que te desestabilizan y modifican las estructuras sobre las que has construido tu vida. Esa es la razón por la que producir «Adrift» ha tomado tanto tiempo. Pero al mismo tiempo, esas experiencias son las que dieron luz a varios de los temas de este nuevo disco.

EM:¿Qué lugar tiene la música new age en el mundo de hoy?

OA: Cada género musical en el mundo está definido por ciertos parámetros acústicos y de estilo. Por eso es que se puede diferenciar un género de otro. Por ejemplo, el jazz posee características que el rock no tiene; y el rock tiene características que no están presentes en el reggae. Y así sucesivamente. En contraste, el new age es uno de los géneros musicales menos definidos de todos. Las características que lo definen son tan amplias que el género presenta mucha más riqueza y variedad de estilos de las que existen en otros géneros.

Por esas razones, el new age es el género al que acuden compositores que desean completa libertad creativa. Compositores que persiguen experimentar, crear nuevas fusiones de estilos, compositores que desean salir de lo convencional y lo trillado a fin de producir material intrínsecamente original. Para el oyente, esto se traduce en un género lleno de sorpresas, lleno de innovaciones; un género que se sale de la norma popular y trae más bien estructuras novedosas, paisajes acústicos no encontrados en ningún otro estilo musical.

Obviamente, esto aísla un poco al new age de las corrientes populares que, todos somos testigos, prefieren seguir escuchando ‘más de lo mismo’. Entonces el new age termina siendo un estilo musical reservado y valorado por oyentes cuyos gustos están más allá de lo común. Ese es el lugar que el new age ocupa hoy y ha ocupado desde sus inicios a fines de los sesentas: un género musical para el oyente que gusta de salir de lo típico y lo ordinario, para el oyente que busca explorar y evocar más allá de donde llegan los géneros populares.

[alert type=»blue»]Pagina oficial de Australis: http://www.australismusic.com
Email oficial de Australis: contact@australismusic.com
Pagina de Facebook: https://www.facebook.com/australismusic[/alert]

Troy Henriksen – Un americano en París

La obra pictórica de Henriksen devela sus raíces y una cultura que dialoga desde los símbolos, los iconos, la lengua misma.

por Betty Aguirre-Maier
Entremares Magazine

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El arte de Troy Henriksen encontró su lugar en París hace 15 años. Como cualquier otro artista que llega a la Ciudad de la Luz, cargado de una paleta, colores y muy poco en el bolsillo, Henriksen pintó en la calle, las esquinas y a orillas del río Sena, inspirado siempre por la vida misma, los sucesos diarios, el 9/11, la guerra en Irak.
La historia de vida de Henriksen no es una historia común. Después de dejar la escuela a los 15 años, de dedicarse a pescador, del tumulto de las drogas y la depresión, Henriksen se desplazó al mundo del arte. Así y allí descubrió Francia.

En 1998 compró un boleto a París — sin retorno. Allí fue descubierto por Eric Landau, dueño de Galerie W, localizada en el bohemio barrio de Montmartre. De la mano de Landau, Henriksen se dio a conocer en los círculos parisinos.

El arte de Henriksen podría ser calificado como neo expresionista, apegado a la corriente del Bad Painting de los años 70, que buscaba distanciarse del arte convencional. No es extraño que al mirar las obras de Henriksen por primera vez, nos venga a la memoria las pinturas de Jean-Michel Basquiat. Sin embargo, Henriksen ha construido su propio estilo: optimista e ingenuo, profundo y contestatario, repleto de realidades, recuerdos, alegorías y sobre todo, color. Colores brillantes que denotan su pasión por la vida y el arte, su propia manera de interpretar lo ordinario, lo cotidiano, la ciudad, la gente y sus relaciones.

Muchas de sus pinturas develan sus raíces y su cultura; una cultura que dialoga desde los símbolos, los iconos, la lengua misma. Lo oscuro, trágico o violento, Henriksen lo embellece con luz y color, y un lenguaje poblado de acertijos, deconstruido, personal y no tan personal, inscrito en la memoria colectiva.

Por ejemplo, Marilyn Monroe, el icono y símbolo sexual de una época, es reapropiado para inscribir sobre ella los deseos y fantasías de varias generaciones, otorgando a su imagen, intimidad y cercanía. También, podríamos recrearnos en otra obra tomada de La Venus del Espejo, de Diego Velázquez, que Henriksen ha llamado simplemente Venus. Color, collage, graffiti, símbolos pop, alegorías, todo un juego que sorprende por su aparente ingenuidad pero que en realidad postula la reapropiación de lo clásico, lo canónico, para traducirlo a un espacio más dinámico y contemporáneo.

Otras obras como las de los beisboleros o comics, nos revelan la espontaneidad de Henriksen, absorta de cualquier rigidez en el tema o en el trazo. Obras que muestran optimismo, sarcasmo, humor, pasión y a la vez, la rendición del artista a una ciudad que lo adoptó y le abrió las puertas, pero sin haber renunciado a sus raíces: un americano en París.

Troy HTroy Henriksen (Massachusetts 1968). Pintor y músico, reside en París. Hijo de inmigrantes noruegos, a los 15 años se convirtió en pescador y trabajó junto a su padre, capitán de barco, por varios años. A los 27 se inició en el arte como autodidacta. Desde entonces, desde Boston hasta su llegada a París en 1998 no ha dejado de pintar. Ha expuesto en los Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Alemania, Luxemburgo, Holanda e Inglaterra. Es artista permanente de la Galleria W en París. http://www.galeriew.com/

La boca del sapo

Una selección de microrrelatos del escritor mexicano Mariano F. Wlathe.

La boca del sapo

Lo visité poco antes de que muriera. Nunca me agradó. No quise que se fuera sin habérselo dicho. Quise verlo a la cara una última vez y decirle quién era el responsable de todo su mal. Estaba desahuciado y sin poder hablar, apenas pudo hacer unos cuantos gestos. Memoricé cada uno de ellos: la furia con que intentó apretar sus dedos descoordinados y chuecos para formar un puño; su mirada llena de rabia e impotencia; la frustración en sus labios incapaces de insultar o, siquiera, escupirme; sus ojos llorosos llenos de cólera y miedo. Sentí lástima por él. Lástima y asco, la misma sensación que se tiene al matar una rata o un sapo. —¿Qué te ha hecho ese hombre? —Me quitó todo… yo necesitaba el dinero. A la compañía no le afectaba, sólo eran unos miles de pesos. Me acusó. Perdí el trabajo. Por poco me meten a la cárcel. Mi mujer no lo soportó, me dejó y se llevó a los niños. —Tú, ¿lo odias? —Sí, lo odio con todas mis fuerzas. —¿Qué deseas? —Deseo verlo sufrir, madrina. Quiero que sufra y se muera. Llegué a mi casa cargando la pequeña caja de cartón con respiraderos. La coloqué sobre la mesa. Mis piernas temblaban. La ansiedad que recorría mi espalda me provocó escalofríos. Sacudí mis brazos y corrí a la cocina por un vaso de agua. Traté de relajarme, encendí el televisor. Concursos. Una mujer trataba de adivinar la respuesta mientras un globo lleno de harina amenazaba con reventarse sobre su cabeza. Cuando el globo estalló me carcajeé histérico, feliz, y; sin embargo, miraba constantemente, lleno de angustia, la caja encima de la mesa. No podía dejar de pensar en el animal moribundo que contenía. —¿Estás seguro? —Sí, madrina. —¿Te parece justo? —Sí. Él me arrebató mi vida. Ahora yo quiero quitarle la suya. —Escribe su nombre. Escribí en tinta negra sobre un pequeño trozo de papel. Mi madrina se levantó de la mesa y fue a buscar algo en el cuarto de atrás. Esperé. Mi mirada se distrajo entre las velas negras y el terciopelo barato. Ella regresó con una caja de cartón color blanco llena de diminutos orificios. En el interior había un enorme y feo sapo. Ella tomó una aguja e hilo negro. Me pidió doblar el papel e introducirlo en la boca del anfibio. El animal se sacudió con fuerza. Lo sujeté. Ella rezó por mi causa, para que la muerte de mi enemigo llegara con la del sapo y, con el hilo negro, le cosió la boca.

Noé

Hijo, me preguntas si tengo fe en Dios. ¿Qué esperas que te diga? Aquí, atrapado en esta prisión de madera y agua, escuchando el desesperado arañar de las paredes y los gritos de auxilio de toda la humanidad. ¡Por supuesto que creo en Él! Trata de abrir la puerta y sentirás cómo su fuerza la cierra, trata de sujetar la mano de un niño que se ahoga y sentirás cómo pesa más que un elefante. No, no me mires así. Sé lo que piensas: que soy un cobarde, que debería mirar por la borda a todas esas familias, vecinos y amigos ahogarse para darme cuenta de que, tal vez, era mejor morir a quedar condenados a la endogamia y los caprichos divinos. Pero en el futuro nadie dirá eso. La historia nos reivindicará, porque escucha bien esto, hijo mío: la historia la escribiremos nosotros y nadie más.

Amanecida

—Despierta pequeña. —¿Qué hora es? —preguntó adormilada la niña. —Es tarde, tenemos que ir con tu papá. —Pero mi papá está muerto —respondió la niña aún envuelta entre las cobijas. —Por eso. La niña abrió los ojos, sintió una opresión en el pecho y comenzó a toser. Una densa niebla llenaba su cuarto. —Tranquila —dijo la voz, profunda y amigable, oculta entre la gris espesura de la bruma —, sigue mi voz. La niña se levantó desconfiada y caminó con los brazos extendidos hacia el frente tratando de hallar a quien le hablaba. A unos cuantos pasos, una lóbrega silueta se dibujó ante ella. —Toma mi mano —dijo la silueta, iluminada por un halo rojizo que se filtraba en la habitación, y extendió su larga y delgada mano. La pequeña, temblorosa, sujetó aquella mano fría y descarnada. —Pero mi mamá… se va a preocupar. Tengo que pedirle permiso. —Descuida —confortó a la niña mientras la guiaba entre el fuego que consumía la casa —, estoy segura de que ella también vendrá.

MarianoMariano F. Wlathe (México, 1986). Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional Autónoma de México. Su trabajo narrativo ha sido incluido en revistas nacionales y extranjeras, y en las antologías: Visiones 2013 (AEFCFT, 2014), Alter libido 4 (Alevosía Multiformatos, 2013), Cuéntame un blues (La tinta del silencio, 2013), Antología de cuentos y obras para títeres sobre alebrijes Vol. II (Gobierno del Distrito Federal, 2013), Bosques (Fantasía, 2013), Penumbria Año I (Penumbria/KGB, 2013) y ¡Está vivo! (Difusión Cultural Saliva y Telaraña, 2012). En octubre de 2013 publicó su primer libro de microficciones: CALAVERA.

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Caos y creación

Frente a la crisis, el arte nos permite imaginar lo inimaginable.

por Suan Pineda
Entremares Magazine

El pasado otoño, por coincidencia o providencia (¿no son al final lo mismo?), volví a Madrid con el pretexto de trabajar en algunas de las entregas de esta edición de Entremares Magazine. En el fondo y en realidad, iba con la intención de encontrar cierto confort de lo familiar y buscar restauración en una ciudad siempre amada pero perpetua y subterráneamente extraña. A pesar de la crisis, la ciudad seguía palpitando igual para mi sensibilidad y posición de visitante. El barullo de los restaurantes y bares durante las noches largas y las calles siempre vivas y atiborradas de humanidad servían de espejismo para creer que Madrid era la misma que había dejado. Pero un parpadear para aclarar la vista permitía ver y sentir que algo había cambiado profundamente. Madrid, del hoy distinto e incierto mañana. Atenuada, desacelerada, ardiente.

La Puerta del Sol, que hace un par de años albergó a miles de manifestantes que reclamaban un cambio en las esferas política, social y económica de España, había vuelto a su estado habitual: vendedores ambulantes, turistas deambulantes, futuro escurridizo. La calma después de la tormenta o una tempestad que arde bajo el espejismo de la rutina, que de alguna manera era reflejo y premonición de crisis íntimas y personales, colectivas y específicas.

Este número de Entremares Magazine surge de la crisis — que nos rodea, que nos asalta, que enfrentamos.

Dentro, durante y después del caos, hay creación. Las crisis — externas e interiores — catalizan la creatividad, que surge como avenida no sólo de escape sino también de búsqueda de una alternativa mejor. Así lo afirma la decana de la facultad de arte de New York University, Mary Schmidt Campbell, quien dice que el papel del arte en tiempos de crisis es vital porque nos permite imaginar lo inimaginable. En otras palabras, el arte nos permite soñar y articular lo indecible en espacios y posibilidades ortodoxos. Éste ha sido el hilo conductor que ha surgido orgánicamente durante la elaboración de este número de la revista. Nuestras entregas — desde entrevistas y ensayos hasta poemas y pinturas — se han generado en torno a estados de crisis. El máximo exponente de lo anterior es la obra teatral “Perdidos en Nunca Jamás”, a cuya directora, Lucía Miranda, entrevistamos.

Es desde el escenario de la crisis española donde Miranda ha creado “Perdidos en Nunca Jamás”, una obra que el diario El País ha denominado como “el espectáculo de una generación”. Y es que “Perdidos”, que utiliza el marco de la historia de Peter Pan, es la primera obra teatral que trata de frente una de las secuelas más dolorosas de la crisis española: la creación de una generación perdida de jóvenes con alta formación que languidecen en el desempleo o se tienen que marchar del país. “Peter Pan sí quiere crecer, lo intenta y vuelve a casa pero cuando vuelve su madre le ha cerrado la ventana y se encuentra a otro niño en su lugar. Yo sentía que a mí España me había cerrado la ventana”, nos cuenta Miranda.

Por otro lado, el arte de la comedia y el humor blanco sirve de escaparate en lugares y poblaciones devastados por los conflictos armados. En el ensayo “La revolución de la alegría”, el fotógrafo español Samuel Rodríguez documenta la labor de la organización Payasos Sin Fronteras en los campos de refugiados sirios y palestinos en Jordania y Líbano. En las imágenes de Rodríguez, las sonrisas que brotan en medio de la desolación reafirman el poder redentor del arte.

Y es que, simplemente, el arte da esperanza. Nos lo demuestran en variadas formas nuestros colaboradores. Desde un espacio interior e íntimo, la crisis propulsó al artista Troy Henriksen a cambiar de oficio (de pescador a pintor), de vida (de las drogas a la paz interior) y de país (de Estados Unidos a Francia). De los vestigios del huracán Katrina el artista John K. Lawson construye sus obras que apelan al alma del sur profundo de los Estados Unidos. Las secuelas de las vicisitudes políticas se expresan en la crisis identitaria perfilada en los textos de los poetas Adalber Salas, de Venezuela, y Marcelo Morales, de Cuba. Del trauma de la conquista española el director Miguel Alvear se aproxima a la crisis/construcción de la identidad latinoamericana en el corto “De como se daban poco estos indios de haber mujeres vírgenes y de como usaban el nefando pecado de la sodomía”. Y desde una plataforma menos artística pero sin restar peso, la crónica del escritor y periodista Róger Lindo documenta el inicio de una nueva era en El Salvador.

Por otro lado, el arte nos permite ver las fallas de los sistemas en que habitamos. “Pequeñas mujercitas”, el cuento de la escritora ecuatoriana Solange Rodríguez Pappe, revela la opresión del sistema patriarcal no sólo sobre las mujeres sino también contra los mismos hombres. “La lección” del ecuatoriano Juan Pablo Castro Rodas, con un aire reminiscente al cuento “Un señor muy viejo con unas alas enormes” de García Márquez, retrata una sociedad en que lo distinto se condena.

¿Qué hacer cuando nuestro entorno o nuestro centro se derrumba? ¿Crear espejismos? ¿Crear artificios? Sí, para imaginar, soñar y proponer mundos mejores. Pero más que nada, como nos cuenta Miranda, para resistir, perseverar y volver — distinto pero certero — después de la tormenta.  “Hay que resistir, hay que estar en los escenarios… hay que estar con el público para que cuando esto pase seguir estando”.