En su más reciente colección, el pintor explora la memoria, su relación con los animales y el proceso de simplificación.
por Bettty Aguirre-Maier
Entremares Magazine
‘Los ancestros’
Cuando buscamos a los ancestros, ellos nos encuentran.
Surgen de lo puro e intemporal
a través de un círculo gigante de azul ultramarino
que representa el viaje sensible “más allá del mar”,
metáfora del más allá de la materialidad.
Aparecen en el autorretrato en pose de inmersión:
el retorno a la concepción en el vientre de la madre
como un ejercicio de reminiscencia.
Emergen de relatos originarios:
el lagarto, el curiquingue, el gallinazo real, y
se transforman en referentes autobiográficos.
— Ana Rodríguez
Este periodo pictórico de Marcelo Aguirre, en que produjo una colección de 16 obras entre pinturas, dibujos y tintas, explora la memoria del artista, su relación con los animales y el proceso de simplificación. “Cocodrilo”, una de sus obras, viene de una experiencia chamánica que Aguirre tuvo con la bebida alucinógena ayahuasca durante un periodo de búsqueda interior. El cocodrilo, símbolo dual, representa la abundancia —donde hay cocodrilos hay peces— y un ámbito de oscuridad. Desde la plástica, Aguirre propone el círculo como elemento de origen y la idea de simplificar hasta llegar al color puro, como el azul ultramarino; inclusive los dibujos son ejecutados de manera realista en busca de la simplificación. A esto se añade la experimentación con el uso de un material hecho de lava para pintar animales, ya que el artista considera que “el material debe entrar en diálogo con lo que estás diciendo”, según afirmó en una entrevista con el periódico Hoy.
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