Raíces de ciudad

El pintor ecuatoriano Marco Martínez Espinoza le rinde un homenaje a la ciudad serrana de Cuenca.

HOMENAJE A CUENCA

Cuando por primera vez llegué a esta ciudad me conmovieron las montañas que la abrazan, los ríos que la bañan y el paisaje urbano con sus templos así como sus antiguas y hermosas casas. Hoy es una urbe en constante crecimiento a la cual rindo mi imperecedero homenaje de cariño y gratitud.

~ Marco Martínez Espinoza

 [easymedia-gallery med=»4082″ size=»200,200″]

Lo que dicen los críticos…

Alexandra Kennedy Troya > Historiadora de arte y catedrática de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador

La visión de Marco Martínez Espinoza —sus ojos y pinceles— se adentra extasiada y tímidamente por los hiucundos, la densa selva o los enloquecidos ríos serpenteantes. Sigue una tradición de muchos siglos, sigue lo que llamo la cadena generacional. Sin saltarse ni un solo paso, imaginó el paisaje como lo habían hecho en su momento Troya o, actualmente, el cubano Tomás Sánchez. No dejó de entrenarse en él, de regodearse en él. Mas el pincel, el lápiz o la mano siguen los rasgos que los ojos miran, que el intelecto sugiere o que el alma percibe. Y hay impactos en la vida que le hacen a uno fijarse, posicionarse en una nueva constelación. Martínez empezó a observar con su hijo Juan Pablo una región poco explorada por artistas e ilustradores: el bosque seco, el claro cielo, la brillantez del tronco sin una hoja, el copo de una lana que nace del ceibo y vuela enloquecido sin rumbo alguno.

Inés M. Flores > Historiadora de arte

En esta muestra, el maestro Marco Martínez Espinoza nos permite, al menos imaginariamente, apartarnos por un momento del tráfago citadino de una urbe donde la modernidad, de manera avasalladora, se ha impuesto sobre el tranquilo decurso de las horas de un pretérito cercano.

El arte de Martínez se nutre, en gran medida, del conocimiento científico de la vegetación de nuestra geografía, y entonces aparecen las flores y los animales, como para ilustrar unos catálogos de botánica y de zoología. Pero no es solamente el conocimiento del tema el que guía la mano de este artista, sino el amor al mundo vegetal y a los vertebrados e invertebrados que pululan en sus lienzos.

Jorge Dávila Vásquez > Escritor y crítico de arte

Esta muestra es no solo la evidencia mayor de la maestría a la que Marco Martínez Espinoza ha llegado, en cuanto al uso del color, a la flexibilidad compositiva, a la capacidad de evocar la realidad representada, con un poder creativo que asombra, conmueve, encanta, sino también una especie de vasto poema a la Pachamama, esa tierra madre que abraza la ciudad, con sus ríos, sus montañas, las piedras que brotan de su entraña, las nieblas y las nubes que la sobrevuelan, como aves legendarias.

Rodrigo Villacís Molina >  Crítico de arte y literatura, periodista y catedrático universitario

Martínez se da a conocer, en principio, por su dominio de la acuarela, técnica a la que él dedicara mucho estudio y práctica, fascinado por las posibilidades que ofrecen esos delicados pigmentos. En su obra, que adopta como tema el bosque húmedo, aparecen formas neofigurativas, a veces explícitas y otras mimetizadas con hojas, troncos, ramas; pero siempre con una disimulada carga erótica. Después el pintor descubre, al sur del país, el bosque seco, con los ceibos, que simulan cuerpos humanos y el abrazo amoroso de la pareja. La búsqueda de nuevos materiales le lleva a ensayar una mezcla de óleos, acrílicos y tintas, convirtiéndose en un aprendiz de alquimista, que al cabo de innumerables experimentos consigue lo que buscaba: la mezcla adecuada para alcanzar lo que yo llamo “texturas virtuales”, porque no responden al tacto, pero producen un efecto visual de asperezas y relieves. Es una técnica desarrollada por Martínez, que ciertamente constituye un aporte al oficio de pintar.

Autoretrato de Marco MartínezMarco Martínez (Ecuador, 1953) se graduó de arquitecto en la Universidad de Cuenca en 1977. Desde 1986 participa en exposiciones colectivas y en salones de pintura en el país. Su pintura vinculada con la naturaleza empieza con la exposición “Homenaje al Bosque Tropical” en 1994. Con la Exposición Itinerante “Equator and its natural environment”, en la Organización de Estados Americanos, Washington, D.C., Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, Ginebra, Suiza, y Unión Postal Universal, Berna, Suiza, en 1998, inicia su etapa de exposiciones internacionales que lo han llevado a Estados Unidos, Francia, Suiza y Gran Bretaña. Actualmente trabaja e investiga sobre nuevas técnicas en su taller en Cuenca, Ecuador.

Hermosas flores sobre las autopistas de la noche

Una selección de poemas del ecuatoriano Juan José Rodinás

por Juan José Rodinás

Poemas

  1. Hermosas flores sobre las autopistas de la noche
  2. Las Estrellas
  3. Desde un carruaje bajo la noche perdida
  4. Cuentito sobre los paisajes
  5. Tras recorrer la carretera en un Ford antiguo
  6. Sobre un cuento de Dino Buzatti
  7. La cámara de Tziga Vertov sigue filmando sola
  8. Después de la lectura de Alicia en el País de los Cuantos de Robert Gilmore

Hermosas flores sobre las autopistas de la noche

La noche pide: “inclúyeme en la imagen”, mientras alguien
llora en mi cabeza y nos perdemos.
Cuento los billetes para subir al tren
y la noche es un puente desarmado.
Estrellas cuentan. Cuentan los trenes.
Porque los trenes de esta casa solo van a esta casa.
La casa es pequeña: es más bien una habitación mía.
Los trenes sólo conducen a la mente de quien,
por esta casa, estuvo (y midió los atajos entre el cuerpo
y las estrellas dibujadas sobre el cielo vacío).

Te lo dije: billetes, escobas, fundas de basura
como largos lamentos. Pídeme sobrias explicaciones
como estrellas molidas. Sí. La noche me pide mis lamentos.
Hay letreros que dicen: Sex shop, consultorio, dinero.

En efecto, soy alguien que sólo es material
cuando sale del cuadro. ¿me ves perderme o,
al menos, enfrentarte, cuadro del cuadro de mi sueño?
Aquí acaricio un animal empedrado y áspero,
pero cuyas heridas son formas de una frontera en movimiento.

Estoy perdido dentro del cuadro y fuera del cuadro:
estoy perdido. Nunca en el límite que trazo velozmente.
La energía pide morir, pero canta para su flor en bruto.
La esfera canta (y dentro se ilumina el no lenguaje
como una marcha de obreros en el centro de una ciudad vacía).

Canta la probabilidad, canta la esfera de mi noche
donde crecen las flores encima de las cucharas sucias,
encima de las latas de cerveza y las cobijas húmedas.
Canta la probabilidad de tantas flores vivas o muertas.

La noche y sus anuncios duermen sobre mi bosque rojo
y se oyen mugir tractores que nunca conocerán
el horizonte sobre las arrojadas formas de mi brasa viva.
Estoy en el límite entre la llama que quema las pasturas
y el hielo que aviva esos incendios: y que inventa otros.
En medio de mis hablas un avión destruido recomienza
la esperanza de que las flores vuelen conmigo,
sobre un mundo en el sueño de todas mis autopistas perdidas.

Volver arriba

Las estrellas

No escribí: tribu de un hombre solo,
un hombre despoblado de hombre
también anhela cielo.

Escribir el horizonte
es mirar el cielo y pensar en algo que no sea nube.
Nube, dicción, grumo. Yo sé:
el hambre de estrella también mata,
la estrella mata por ausencia de fruto,
por ausencia de frase en bruto.

No hay humano que también hable astro. Por eso,
la letra no es eterna, la letra canta su caverna y cráneo
por eso el hombre no merece estrella,
sino cuchara, jarro de lata & péndulo.

Y, ahora, un hombre dibujado escribe a su obra muerta:
dame la llave de la casa que no existe para poder quemarla,
quedarme allí, quemarme de invisible:
el humo de la casa del NO,
la ruina de lo que NO me queda.

Volver arriba

Desde un carruaje bajo la noche perdida

Las flores blancas:
la narración interna de una luna que giraba
entre la flor y su extremo de agua.
Hacia: la descripción de un bonsái
en cuyo cielo mínimo nevaba.
Esto no es jardín: pero presta atención al detalle completo.
Tu decías que la zanja era de algún modo
como las estrellas sobre el bonsái
en la sala de la casa con hijos que jamás tendré.
He llegado a viejo demasiado pronto,
como si los banquetes de la vida
se hubiesen comido a sí mismos, en una cena
a la que yo no había invitado a nadie.

Y sé, después de todo, que esto también era soñar.
Un sol que, de pronto, se podía iluminar
a sí mismo y dejar que alguien se ocupe de toda la belleza.

Las cosas, las cosas, las cosas.
Y un río que, de pronto, existía también.

Y las estrellas.

Volver arriba

Cuentito sobre los paisajes

La irrealidad
describe el corazón de una oruga en la mente.
Si yo supiera dónde está mi mente
empezaría por describir algo:

la iridiscencia de un órgano ínfimo
solo palpable, tras la niebla de plomo,
con la mano de un niño.

Cerebro que resguarda las nervaduras negras
de la ante-mariposa.
Cerebro-caja de siete puertas
donde crece un baniano de niebla.
Cerebro-invierno
donde los animales muelen su estructura
para abrirse a lo blanco.

La irrealidad es una vela que se enciende.
Esta noche se quemarán los campos.

Volver arriba

Tras recorrer la carretera en un Ford antiguo

Hablas con una chica que acaba de morir.

¿Cómo te llamas, muchachita?
Posibilidad Sueño García de la Mente.
¡Mancha el corazón con esto!
¿Y qué es esto?

Esto es el sueño de un hombre
que despierta en un lugar inhóspito
y tiembla mientras dura este poema
-sobre tarros de gasolina-
forrado con pieles de una paloma de cartón.

Por eso, mi forma de llorar
es escribir sobre tus pies cansados,
mientras miro una casita roja
más allá del aeropuerto de la ciudad perdida
y de su bosque a la redonda.

Así ha sido mi vida,
la casa del detalle,
la voluntad de un pájaro por destruir su canto.

Volver arriba

Sobre un cuento de Dino Buzatti

Leo el evangelio de las cosas en el ojo del caballo:
una carretilla (que no entiendo,
pero que avanza con tripas arrastradas
sobre una carretera de hielo).

La nieve es nieve.
Leo la descripción de esa carretilla
y la palabra carretilla se copia aquí.
Eso leía o eso leo.

Leo una historia muerta
(fragmentos de objetos que no hay:
un pozo diseñado para imaginar
que hay un pozo ahí donde está el pozo).
Imagen que trucamos para que nos crean
cuando decimos la verdad:
la carretilla lleva tripas hacia la casa donde…

El caballo sueña un caballo inmolado
sólo para demostrar que hay sufrimiento,
pero lo que leo es un montón de vísceras
y un caballo sagrado por fuera de la foto.

En fin, entrar y salir del cuadro:
el propósito es mostrar que los caballos no corren libres,
pero podrían y ese podrían impulsa al caballo irreal
por fuera de la foto: la realidad es que la masa
de órganos un día atravesó el campo muerto,
entonces vivo.

Después de todo hay cedros (y rosas
clonadas en genoma laboratorio dentro y algunas
vacas) y hay cedros y cráneos de conejo y tarros
de basura.

Hay mucho campo muerto, pero el caballo
estaba vivo en el campo muerto, pero hoy yo estoy vivo
& muerto.

El caballo y yo estamos hechos de neuronas,
palos y piedras para que la gravedad no nos olvide.
El caballo y yo somos dos carretillas de vísceras
que nadie lleva.

Volver arriba

La cámara de Tziga Vertov sigue filmando sola

Si yo pudiera mirar la casa que tengo en frente.
La casa donde el gorrión espera
que el gorrión regrese
cuando yo,
mi cabeza en el agua,
perdido en alguien,
nunca en mí, regreso.
Si este ojo fuera mi ojo,
estaría mirando,
frente a frente,
realidad miraría,
aunque fuera sólo
una forma exterior del vacío que arrecia.

Si algo viera
vería una cabecita de trapo esperándome,
como si la hubiese sostenido mi hija,
como si la casa estuviese vacía para siempre.

Volver arriba

Después de la lectura de Alicia en el País de los Cuantos de Robert Gilmore

La nieve dibuja
una casa roja que no verás por ahora.
La casa roja está allí, pero tienes que esperarla un poco.

Dicen los que saben de algo
-y uno es El Ignorante-
que un copo de nieve se ha extendido en la península
bajo la mano y bajo la mano hay partículas de agua
entre la piel y el viento.

En esa imagen,
en un micropunto de esa imagen,
se desprende un quark extraño
porque es imposible,
de un neutrón de un átomo hidrógeno
porque es imposible
hacia el paisaje, se desprende el antineutrino
en la paleta de tres colores.
Un quark extraño se desprende
porque es imposible.

Entiendo que esto, el hombre común,
-como yo que aquí sólo imagino-
sólo puede –también- imaginarlo.

¿Puedes imaginarlo conmigo?

Un racionalista lo habrá pensado diferente,
pero lo cierto es que la nieve ha derribado la casa
para dar sentido a esta precipitación de lluvia
y de partículas, cómo no, elementales.

Se teje la materia punto tras punto
-del punto al punto-
hay un color de encaje entre los hilos
del quark encanto al quark arriba,
del quark extraño al quark abajo
del quark fondo hasta el quark cima.

Un cielo imaginado sería suficiente
para que este neutrón tenga hogar en la casa de la vida.

Cielos claros donde un mirlo es ordenado,
monseñor de las estrellas de los valles vacíos,
ruiseñores quarks vuelan sobre la cima del neutrón.

Todo está en todo- reza el adagio.
El color reúne.

Rojo que no es rojo: ¿un antirrojo?
Verde que no es verde.
Azul que sólo es azul a veces
-azul del antiazul a veces-
como ahora que la nieve se derrite y la pala del granjero
se hace visible.

El color da sentido, pero es irreal.
Desde abajo de la materia el gluón pega lo invisible,
pero es casi tan irreal como tú y yo mientras leemos esto.

Pega lo invisible.
Pero tú has visto que no hay nada que ver.
El mundo
-y su baile de quarks-
de pronto es sólo el mundo
y la primera
y la única mariposa.

 

SONY DSCJuan José Rodinás (Ambato, Ecuador, 1979) es el seudónimo de Juan José Rodríguez Santamaría, nombre bajo el cual publicó sus primeros libros. Estudió literatura y periodismo en Quito. Hizo cursos de traducción en Madrid. Ha publicado Los rastros (Quito, 2006), Viaje a la mansedumbre (Barcelona, 2009), Barrido de campo (Arequipa, 2010), Código de Barras (Quito, 2011), Cromosoma (Quito y Santiago de Chile, 2011), Estereozen (2012), Anhedonia (Popayán, 2013). Ha sido incluido en varias antologías. Además, ha publicado varios ensayos sobre poesía ecuatoriana e hispanoamericana. Ha obtenido el Premio Internacional de poesía joven La Garúa, entre otros. Algunos poemas suyos han sido traducidos al inglés y al francés.

Australis: El new age que viene del sur

Con melodías instrumentales de gran riqueza, matizadas de texturas vocales y pobladas de arreglos étnicos y elementos acústicos, el músico tiende puentes entre distintos puntos del planeta.

Por Betty Aguirre-Maier
Entremares Magazine

Escuche a Australis

1.Australis-Adrift-Adrift


2.Australis-Adrift-Silhouettes


3.Australis-Adrift-Cursed


4.Australis-Adrift-DeepAmericas


5.Australis-Adrift-Fragile by design


6.Australis-Adrift-Afternoons in paradise


7.Australis-Adrift-142


8.Australis-Adrift-Homecoming


9.Australis-Adrift-Thelunatic-part two


10.Australis-Adrift-Slip away with me


11.Australis-Adrift-Epilogue


12.Australis-Adrift-Turnsoffaith

Australis es el proyecto musical que lleva a cabo el peruano Oscar Aguayo radicado en Utah, Estados Unidos, y siendo su único responsable, también  ha utilizado ese nombre como  marca personal. Australis se originó en 2004, cuando la agrupación musical en la que Aguayo componía, producía y era vocalista, se disolvió. Sin tener un plan exacto, decidió hacer composiciones sin los límites impuestos por la industria de la música. Aquella resultó ser una decisión afortunada. Pocos meses después, se hallaba lanzando al mercado su primer álbum: «Lifegiving» (2005), que fue acogido con gran éxito entre los seguidores del género new age e instrumental. Después vendrían otros trabajos musicales como «The Gates of Reality» (2008), «Sentient Genus» (2010) y su último álbum «Adrift” (2014), del cual se pueden escuchar fragmentos en esta publicación.

El new age (nueva era) es un género que tuvo sus orígenes en músicas autóctonas como la céltica, la africana o la tibetana, cuyos sonidos cobraron vigencia hacia 1960 al fusionarse con melodías ligadas a la meditación y la espiritualidad, propias de movimientos que buscaban potenciar la vida interior y la creatividad, pero que sobre todo buscaban despertar emociones en quienes la escuchan. El new age, debido a su versatilidad, ha permitido experimentos bastante peculiares como la construcción de melodías minimalistas, la creación de piezas mediante la repetición de matemática fractal y sincretismos con el jazz, el tango y la voz humana. Entre los representantes más renombrados de este género están el músico griego Vangelis, la banda alemana Cusco, la británica Sara Brightman –quien canta una variación del new age denominada classical crossover– y  la agrupación rumana Enigma, que ha realizado temas donde se priorizan los sonidos electrónicos.

En esta misma línea, Australis (que significa “del sur”) le ha otorgado a Aguayo y a su proyecto musical una peculiar identidad latina. Aguayo emigró a Estados Unidos hace casi 30 años y, como todo inmigrante, no se fue del todo de su país de origen y quiso tender puentes imaginarios de sensibilidad entre uno y otro punto del planeta. Al escuchar su música, descubrimos melodías instrumentales de gran riqueza, matizadas de texturas vocales y pobladas de arreglos étnicos y elementos acústicos.

La música de Australis ha sido posicionada por los medios y por el público en los géneros de new age, ambient, electronic y neoclassical, y ha llegado muy lejos, fuera de los Estados Unidos, hasta países del norte de Europa, en donde su audiencia siempre espera por nuevos trabajos y cuyas expectativas serán saciadas finalmente este año con el lanzamiento de «Adrift”.

En un diálogo con Entremares Magazine, Australis nos habla de lo que le conmueve y le inspira a crear cada tema, así como de su último CD, que será lanzado a mediados de mayo.

Entremares Magazine (EM): ¿En qué te inspiras?

Oscar Aguayo (OA): Quisiera tener una respuesta exacta para esta pregunta: algún aspecto específico de la vida al cual recurro constantemente por inspiración. Pero mi experiencia siempre ha sido mucho menos precisa, más difícil de localizar. Por un lado, pienso que lo que llamamos ‘inspiración’ es en realidad vulnerabilidad, y que todos somos vulnerables a ciertas cosas. Y cuando esas cosas – particulares para cada persona – se nos acercan: nos afectan, nos conmueven, nos sacuden. No importa de qué se trata, al final todos tenemos áreas de nuestra psicología que son más sensibles que otras. Así es más o menos como funciona para mí. Ocasionalmente se presentan conceptos nuevos, se dan situaciones inesperadas que tocan mi corazón con más fuerza de lo cotidiano. Es difícil señalar cuáles son con exactitud porque casi siempre se trata de cosas impredecibles. Esa es la forma en que yo experimento inspiración.

Por otro lado, cuando nos vemos afectados de esa forma, profundamente conmovidos por algo poderoso e imprevisto, no nos queda más que lidiar de alguna forma con esos sentimientos hasta que terminamos por digerirlos y seguir viviendo. De lo contrario perderíamos la cordura. Obviamente, todos hemos aprendido nuestras propias maneras de procesar esta clase de sentimientos. Algunos lloran, otros hablan, otros huyen, otros escriben… otros componemos música.

Aunque no puedo dar una respuesta específica a la pregunta, sí puedo dar un ejemplo. El tema «Little Clockmaker» (Pequeño Relojero), por ejemplo, nació de emociones que mi hijo (de seis años) plantó en mí luego de haber aprendido a leer las horas del reloj y, viéndome siempre ocupado trabajando, anunciara que iba a modificar el reloj de la casa para que vaya más despacio y así yo pudiera tener más tiempo para jugar con él.

Nunca sé por dónde va a venir lo que me conmoverá más adelante; pero cada vez que sucede, produzco nueva música. Así que solo necesito asegurarme,  permanecer sensible y atento.

EM:Este es tu cuarto CD, “Adrift”, A la deriva. ¿Qué  hay de nuevo en este trabajo?

Australis - Adrift (cover)OA: Como con mis discos anteriores, este disco contiene material completamente nuevo. Es decir, ninguno de sus temas ha sido publicado previamente y el oyente dispondrá de doce temas nunca antes escuchados.

Otra novedad es la segunda parte de la suite «The lunatic» (El lunático). La primera parte fue lanzada en el álbum anterior (Sentient Genus) en el 2010. La segunda parte, incluida en «Adrift», es la continuación a partir de donde se quedó la primera.

Una confesión personal acerca del álbum, sin embargo, es que ha sido producido durante un periodo muy duro de mi vida. Durante los tres años que me ha tomado componer todos los temas del disco he tenido que enfrentar situaciones muy adversas, situaciones de esas que te desestabilizan y modifican las estructuras sobre las que has construido tu vida. Esa es la razón por la que producir «Adrift» ha tomado tanto tiempo. Pero al mismo tiempo, esas experiencias son las que dieron luz a varios de los temas de este nuevo disco.

EM:¿Qué lugar tiene la música new age en el mundo de hoy?

OA: Cada género musical en el mundo está definido por ciertos parámetros acústicos y de estilo. Por eso es que se puede diferenciar un género de otro. Por ejemplo, el jazz posee características que el rock no tiene; y el rock tiene características que no están presentes en el reggae. Y así sucesivamente. En contraste, el new age es uno de los géneros musicales menos definidos de todos. Las características que lo definen son tan amplias que el género presenta mucha más riqueza y variedad de estilos de las que existen en otros géneros.

Por esas razones, el new age es el género al que acuden compositores que desean completa libertad creativa. Compositores que persiguen experimentar, crear nuevas fusiones de estilos, compositores que desean salir de lo convencional y lo trillado a fin de producir material intrínsecamente original. Para el oyente, esto se traduce en un género lleno de sorpresas, lleno de innovaciones; un género que se sale de la norma popular y trae más bien estructuras novedosas, paisajes acústicos no encontrados en ningún otro estilo musical.

Obviamente, esto aísla un poco al new age de las corrientes populares que, todos somos testigos, prefieren seguir escuchando ‘más de lo mismo’. Entonces el new age termina siendo un estilo musical reservado y valorado por oyentes cuyos gustos están más allá de lo común. Ese es el lugar que el new age ocupa hoy y ha ocupado desde sus inicios a fines de los sesentas: un género musical para el oyente que gusta de salir de lo típico y lo ordinario, para el oyente que busca explorar y evocar más allá de donde llegan los géneros populares.

[alert type=»blue»]Pagina oficial de Australis: http://www.australismusic.com
Email oficial de Australis: contact@australismusic.com
Pagina de Facebook: https://www.facebook.com/australismusic[/alert]

Troy Henriksen – Un americano en París

La obra pictórica de Henriksen devela sus raíces y una cultura que dialoga desde los símbolos, los iconos, la lengua misma.

por Betty Aguirre-Maier
Entremares Magazine

[easymedia-gallery med=»4216″ filter=»1″ pag=»6″]

Pour lire cette histoire en français, cliquez ici

El arte de Troy Henriksen encontró su lugar en París hace 15 años. Como cualquier otro artista que llega a la Ciudad de la Luz, cargado de una paleta, colores y muy poco en el bolsillo, Henriksen pintó en la calle, las esquinas y a orillas del río Sena, inspirado siempre por la vida misma, los sucesos diarios, el 9/11, la guerra en Irak.
La historia de vida de Henriksen no es una historia común. Después de dejar la escuela a los 15 años, de dedicarse a pescador, del tumulto de las drogas y la depresión, Henriksen se desplazó al mundo del arte. Así y allí descubrió Francia.

En 1998 compró un boleto a París — sin retorno. Allí fue descubierto por Eric Landau, dueño de Galerie W, localizada en el bohemio barrio de Montmartre. De la mano de Landau, Henriksen se dio a conocer en los círculos parisinos.

El arte de Henriksen podría ser calificado como neo expresionista, apegado a la corriente del Bad Painting de los años 70, que buscaba distanciarse del arte convencional. No es extraño que al mirar las obras de Henriksen por primera vez, nos venga a la memoria las pinturas de Jean-Michel Basquiat. Sin embargo, Henriksen ha construido su propio estilo: optimista e ingenuo, profundo y contestatario, repleto de realidades, recuerdos, alegorías y sobre todo, color. Colores brillantes que denotan su pasión por la vida y el arte, su propia manera de interpretar lo ordinario, lo cotidiano, la ciudad, la gente y sus relaciones.

Muchas de sus pinturas develan sus raíces y su cultura; una cultura que dialoga desde los símbolos, los iconos, la lengua misma. Lo oscuro, trágico o violento, Henriksen lo embellece con luz y color, y un lenguaje poblado de acertijos, deconstruido, personal y no tan personal, inscrito en la memoria colectiva.

Por ejemplo, Marilyn Monroe, el icono y símbolo sexual de una época, es reapropiado para inscribir sobre ella los deseos y fantasías de varias generaciones, otorgando a su imagen, intimidad y cercanía. También, podríamos recrearnos en otra obra tomada de La Venus del Espejo, de Diego Velázquez, que Henriksen ha llamado simplemente Venus. Color, collage, graffiti, símbolos pop, alegorías, todo un juego que sorprende por su aparente ingenuidad pero que en realidad postula la reapropiación de lo clásico, lo canónico, para traducirlo a un espacio más dinámico y contemporáneo.

Otras obras como las de los beisboleros o comics, nos revelan la espontaneidad de Henriksen, absorta de cualquier rigidez en el tema o en el trazo. Obras que muestran optimismo, sarcasmo, humor, pasión y a la vez, la rendición del artista a una ciudad que lo adoptó y le abrió las puertas, pero sin haber renunciado a sus raíces: un americano en París.

Troy HTroy Henriksen (Massachusetts 1968). Pintor y músico, reside en París. Hijo de inmigrantes noruegos, a los 15 años se convirtió en pescador y trabajó junto a su padre, capitán de barco, por varios años. A los 27 se inició en el arte como autodidacta. Desde entonces, desde Boston hasta su llegada a París en 1998 no ha dejado de pintar. Ha expuesto en los Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Alemania, Luxemburgo, Holanda e Inglaterra. Es artista permanente de la Galleria W en París. http://www.galeriew.com/

La boca del sapo

Una selección de microrrelatos del escritor mexicano Mariano F. Wlathe.

La boca del sapo

Lo visité poco antes de que muriera. Nunca me agradó. No quise que se fuera sin habérselo dicho. Quise verlo a la cara una última vez y decirle quién era el responsable de todo su mal. Estaba desahuciado y sin poder hablar, apenas pudo hacer unos cuantos gestos. Memoricé cada uno de ellos: la furia con que intentó apretar sus dedos descoordinados y chuecos para formar un puño; su mirada llena de rabia e impotencia; la frustración en sus labios incapaces de insultar o, siquiera, escupirme; sus ojos llorosos llenos de cólera y miedo. Sentí lástima por él. Lástima y asco, la misma sensación que se tiene al matar una rata o un sapo. —¿Qué te ha hecho ese hombre? —Me quitó todo… yo necesitaba el dinero. A la compañía no le afectaba, sólo eran unos miles de pesos. Me acusó. Perdí el trabajo. Por poco me meten a la cárcel. Mi mujer no lo soportó, me dejó y se llevó a los niños. —Tú, ¿lo odias? —Sí, lo odio con todas mis fuerzas. —¿Qué deseas? —Deseo verlo sufrir, madrina. Quiero que sufra y se muera. Llegué a mi casa cargando la pequeña caja de cartón con respiraderos. La coloqué sobre la mesa. Mis piernas temblaban. La ansiedad que recorría mi espalda me provocó escalofríos. Sacudí mis brazos y corrí a la cocina por un vaso de agua. Traté de relajarme, encendí el televisor. Concursos. Una mujer trataba de adivinar la respuesta mientras un globo lleno de harina amenazaba con reventarse sobre su cabeza. Cuando el globo estalló me carcajeé histérico, feliz, y; sin embargo, miraba constantemente, lleno de angustia, la caja encima de la mesa. No podía dejar de pensar en el animal moribundo que contenía. —¿Estás seguro? —Sí, madrina. —¿Te parece justo? —Sí. Él me arrebató mi vida. Ahora yo quiero quitarle la suya. —Escribe su nombre. Escribí en tinta negra sobre un pequeño trozo de papel. Mi madrina se levantó de la mesa y fue a buscar algo en el cuarto de atrás. Esperé. Mi mirada se distrajo entre las velas negras y el terciopelo barato. Ella regresó con una caja de cartón color blanco llena de diminutos orificios. En el interior había un enorme y feo sapo. Ella tomó una aguja e hilo negro. Me pidió doblar el papel e introducirlo en la boca del anfibio. El animal se sacudió con fuerza. Lo sujeté. Ella rezó por mi causa, para que la muerte de mi enemigo llegara con la del sapo y, con el hilo negro, le cosió la boca.

Noé

Hijo, me preguntas si tengo fe en Dios. ¿Qué esperas que te diga? Aquí, atrapado en esta prisión de madera y agua, escuchando el desesperado arañar de las paredes y los gritos de auxilio de toda la humanidad. ¡Por supuesto que creo en Él! Trata de abrir la puerta y sentirás cómo su fuerza la cierra, trata de sujetar la mano de un niño que se ahoga y sentirás cómo pesa más que un elefante. No, no me mires así. Sé lo que piensas: que soy un cobarde, que debería mirar por la borda a todas esas familias, vecinos y amigos ahogarse para darme cuenta de que, tal vez, era mejor morir a quedar condenados a la endogamia y los caprichos divinos. Pero en el futuro nadie dirá eso. La historia nos reivindicará, porque escucha bien esto, hijo mío: la historia la escribiremos nosotros y nadie más.

Amanecida

—Despierta pequeña. —¿Qué hora es? —preguntó adormilada la niña. —Es tarde, tenemos que ir con tu papá. —Pero mi papá está muerto —respondió la niña aún envuelta entre las cobijas. —Por eso. La niña abrió los ojos, sintió una opresión en el pecho y comenzó a toser. Una densa niebla llenaba su cuarto. —Tranquila —dijo la voz, profunda y amigable, oculta entre la gris espesura de la bruma —, sigue mi voz. La niña se levantó desconfiada y caminó con los brazos extendidos hacia el frente tratando de hallar a quien le hablaba. A unos cuantos pasos, una lóbrega silueta se dibujó ante ella. —Toma mi mano —dijo la silueta, iluminada por un halo rojizo que se filtraba en la habitación, y extendió su larga y delgada mano. La pequeña, temblorosa, sujetó aquella mano fría y descarnada. —Pero mi mamá… se va a preocupar. Tengo que pedirle permiso. —Descuida —confortó a la niña mientras la guiaba entre el fuego que consumía la casa —, estoy segura de que ella también vendrá.

MarianoMariano F. Wlathe (México, 1986). Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional Autónoma de México. Su trabajo narrativo ha sido incluido en revistas nacionales y extranjeras, y en las antologías: Visiones 2013 (AEFCFT, 2014), Alter libido 4 (Alevosía Multiformatos, 2013), Cuéntame un blues (La tinta del silencio, 2013), Antología de cuentos y obras para títeres sobre alebrijes Vol. II (Gobierno del Distrito Federal, 2013), Bosques (Fantasía, 2013), Penumbria Año I (Penumbria/KGB, 2013) y ¡Está vivo! (Difusión Cultural Saliva y Telaraña, 2012). En octubre de 2013 publicó su primer libro de microficciones: CALAVERA.

wlathe.blogspot.mx • facebook.com/mfwlathe • @Wlathe

Caos y creación

Frente a la crisis, el arte nos permite imaginar lo inimaginable.

por Suan Pineda
Entremares Magazine

El pasado otoño, por coincidencia o providencia (¿no son al final lo mismo?), volví a Madrid con el pretexto de trabajar en algunas de las entregas de esta edición de Entremares Magazine. En el fondo y en realidad, iba con la intención de encontrar cierto confort de lo familiar y buscar restauración en una ciudad siempre amada pero perpetua y subterráneamente extraña. A pesar de la crisis, la ciudad seguía palpitando igual para mi sensibilidad y posición de visitante. El barullo de los restaurantes y bares durante las noches largas y las calles siempre vivas y atiborradas de humanidad servían de espejismo para creer que Madrid era la misma que había dejado. Pero un parpadear para aclarar la vista permitía ver y sentir que algo había cambiado profundamente. Madrid, del hoy distinto e incierto mañana. Atenuada, desacelerada, ardiente.

La Puerta del Sol, que hace un par de años albergó a miles de manifestantes que reclamaban un cambio en las esferas política, social y económica de España, había vuelto a su estado habitual: vendedores ambulantes, turistas deambulantes, futuro escurridizo. La calma después de la tormenta o una tempestad que arde bajo el espejismo de la rutina, que de alguna manera era reflejo y premonición de crisis íntimas y personales, colectivas y específicas.

Este número de Entremares Magazine surge de la crisis — que nos rodea, que nos asalta, que enfrentamos.

Dentro, durante y después del caos, hay creación. Las crisis — externas e interiores — catalizan la creatividad, que surge como avenida no sólo de escape sino también de búsqueda de una alternativa mejor. Así lo afirma la decana de la facultad de arte de New York University, Mary Schmidt Campbell, quien dice que el papel del arte en tiempos de crisis es vital porque nos permite imaginar lo inimaginable. En otras palabras, el arte nos permite soñar y articular lo indecible en espacios y posibilidades ortodoxos. Éste ha sido el hilo conductor que ha surgido orgánicamente durante la elaboración de este número de la revista. Nuestras entregas — desde entrevistas y ensayos hasta poemas y pinturas — se han generado en torno a estados de crisis. El máximo exponente de lo anterior es la obra teatral “Perdidos en Nunca Jamás”, a cuya directora, Lucía Miranda, entrevistamos.

Es desde el escenario de la crisis española donde Miranda ha creado “Perdidos en Nunca Jamás”, una obra que el diario El País ha denominado como “el espectáculo de una generación”. Y es que “Perdidos”, que utiliza el marco de la historia de Peter Pan, es la primera obra teatral que trata de frente una de las secuelas más dolorosas de la crisis española: la creación de una generación perdida de jóvenes con alta formación que languidecen en el desempleo o se tienen que marchar del país. “Peter Pan sí quiere crecer, lo intenta y vuelve a casa pero cuando vuelve su madre le ha cerrado la ventana y se encuentra a otro niño en su lugar. Yo sentía que a mí España me había cerrado la ventana”, nos cuenta Miranda.

Por otro lado, el arte de la comedia y el humor blanco sirve de escaparate en lugares y poblaciones devastados por los conflictos armados. En el ensayo “La revolución de la alegría”, el fotógrafo español Samuel Rodríguez documenta la labor de la organización Payasos Sin Fronteras en los campos de refugiados sirios y palestinos en Jordania y Líbano. En las imágenes de Rodríguez, las sonrisas que brotan en medio de la desolación reafirman el poder redentor del arte.

Y es que, simplemente, el arte da esperanza. Nos lo demuestran en variadas formas nuestros colaboradores. Desde un espacio interior e íntimo, la crisis propulsó al artista Troy Henriksen a cambiar de oficio (de pescador a pintor), de vida (de las drogas a la paz interior) y de país (de Estados Unidos a Francia). De los vestigios del huracán Katrina el artista John K. Lawson construye sus obras que apelan al alma del sur profundo de los Estados Unidos. Las secuelas de las vicisitudes políticas se expresan en la crisis identitaria perfilada en los textos de los poetas Adalber Salas, de Venezuela, y Marcelo Morales, de Cuba. Del trauma de la conquista española el director Miguel Alvear se aproxima a la crisis/construcción de la identidad latinoamericana en el corto “De como se daban poco estos indios de haber mujeres vírgenes y de como usaban el nefando pecado de la sodomía”. Y desde una plataforma menos artística pero sin restar peso, la crónica del escritor y periodista Róger Lindo documenta el inicio de una nueva era en El Salvador.

Por otro lado, el arte nos permite ver las fallas de los sistemas en que habitamos. “Pequeñas mujercitas”, el cuento de la escritora ecuatoriana Solange Rodríguez Pappe, revela la opresión del sistema patriarcal no sólo sobre las mujeres sino también contra los mismos hombres. “La lección” del ecuatoriano Juan Pablo Castro Rodas, con un aire reminiscente al cuento “Un señor muy viejo con unas alas enormes” de García Márquez, retrata una sociedad en que lo distinto se condena.

¿Qué hacer cuando nuestro entorno o nuestro centro se derrumba? ¿Crear espejismos? ¿Crear artificios? Sí, para imaginar, soñar y proponer mundos mejores. Pero más que nada, como nos cuenta Miranda, para resistir, perseverar y volver — distinto pero certero — después de la tormenta.  “Hay que resistir, hay que estar en los escenarios… hay que estar con el público para que cuando esto pase seguir estando”.

Realidades Mentales

Selección de poemas de Marcelo Morales

Poemas

  1. Tres líneas blancas en mi pulóver rojo
  2. Estaba en el Paseo del Prado
  3. A Mariela Stuart
  4. Alguien me habló de un poema de Miguel Ángel
  5. Recuerdo tus pies descalzos en el parque
  6. A Migdalia y Roberto Branly

Tres líneas blancas en mi pulóver rojo.

Tres líneas blancas en mi pulóver rojo. Todo esto para nada,
en el baño del bar pongo la mano en la pared para mear.
Mi muerte: Tres líneas blancas en mi pulóver, ahora ya tengo treinta,
el país está detenido, pero el tiempo no.
La vida a esta edad, parece corta.
Tomo cerveza con “poetas”, uno me llama colega.
Nadie más preocupado por lo que se dice de la poesía que un mediocre.
Me he creado este vacío, ellos piensan que yo pienso.
La periodista dolida juega a capuletos y montescos,
sin amor.
No hablan de lo que digo sino lo que de eso entienden.
Pobres cristos, como si lo que yo pensara tuviese importancia,
como si la literatura la tuviese.
He visto las camillas en los pasillos, las luces tenues,
las caras de los que van a morir.
Aluminio descascarado, restos de pizza, tu mirada sobre el mundo.
La poesía no puede ser oficio, el arte es arte, no artificio, les digo,
no es un proceso cultural, es un proceso del espíritu,
es mi espíritu en contacto con el mundo, mis manos tocando la pared,
la percepción.
Tres rayas blancas en mi pulóver rojo. El agua temblorosa del garaje.
Mi vida, y todo lo que la rodea se reúne en el presente.
Los poetas ya se fueron.
Pinga, ya tengo treinta, pienso, una y otra vez, miro el salero.

Volver arriba

Estaba en el Paseo del Prado

Estaba en el Paseo del Prado, un festival de poesía,
más seco que un ladrillo en el verano, recordaba ese poema de Bukowsky.
Antes, me había levantado, había visto el mar chocando contra el muro.
Mis amigos, se habían ido todos de la isla, en la punta los leones,
y llegaron esos tipos de nuevo a hablar de poesía,
mis amigos se habían ido todos de la isla, mis amores.
Manda pinga, me dije,
yo tenía una tristeza más grande que una mosca.
Aunque creo haber visto un gato blanco moverse entre los charcos.
La piedra del muro gris estaba fría, estaba negra y mohosa y estaba fría.
Afuera los demás hablaban de la forma, el contenido.
Gato blanco, gato blanco.
Aunque creo haber visto un gato blanco moverse entre los charcos.

Volver arriba

A Mariela Stuart

Ahora me gusta saber que voy a morir, que tengo poco tiempo, mis manos,
me gusta tener conciencia de que van a podrirse, cada minuto vale el doble,
existe la vida de la periferia y la del centro. Lo poético es estéril.
El lenguaje es mi doble. Vocación de estar tan solo, vocación.
El objetivo no es producir una obra perfecta. El objetivo no existe.

Dolor de espalda, recorrido por la casa, me llaman y me dicen que ha muerto Watanabe, hablé con él en Lima meses antes de morir, me dejó su mantis religiosa, y el recuerdo de una voz amiga en el teléfono, el encuentro pospuesto. La garúa.
Me pregunté siempre cómo se podía ser tan amable, algunos seres llegan a esa luz, evolución, después de todo, me digo, quizás, la poesía sirva para algo.

Casualidad:
En la televisión un programa sobre la mantis.
No me aturden tanto las cosas sino sus relaciones,
la lógica de mi vida es la de su relación con el mundo. (P)

Volver arriba

Alguien me habló de un poema de Miguel Ángel.

Había perdido a su amor, se asomaba a la ventana pensando que oiría las trompetas del juicio final, abrí la ventana seguro de que vería, el hongo atómico. El cataclismo global. Mi vecina regaba las plantas, como todas las horas, de las mañanas, todas. (P)

Volver arriba

Recuerdo tus pies descalzos en el parque

Recuerdo tus pies descalzos en el parque, íbamos a comer pizza con tu hermano. Recuerdo saber, estar enamorado, era algún segundo de 1999. Aquella noche, junto a los libros, hicimos el amor, por primera vez, hicimos el amor, como en los cuentos, recuerdo la luna, la luz blanca. Si pudiera volver, lo haría de igual modo, incluso, lo malo del amor, era igual a la luz.

Volver arriba

A Migdalia y Roberto Branly.

Mi tía lee los poemas de mi tío cuando cae la tarde.
En un mundo que se apaga en un mundo que se aleja.
Me pregunta si recuerdo las cosas que me decía Guillén.
Los cuentos de Lezama.
Nunca le hice caso a esa herencia.
Mi tía lee los libros de mi tío cuando cae la tarde.
En un mundo que se apaga,
soy testigo de ese amor.
En la tierra,
es la única que lo extraña
que en verdad lo recuerda.
Uno da el amor de la gente que lo ama por sentado,
uno da el amor como derecho, en un mundo que se apaga,
en un mundo que se aleja.
Me habla de los poetas muertos
de Padilla, Baragaño, de Nogueras.
Mi tía lee los poemas de mi tío cuando cae la tarde
En un mundo que se apaga
en un mundo que se aleja.
soy testigo
de ese amor.

Volver arriba

Marcelo-Morales-Jan-2014_edited-11Marcelo Morales Cintero. (La Habana, 1977). Poeta y narrador. Es graduado de Licenciatura en Historia por la Universidad de La Habana, y cursó un Diplomado en Lengua y Cultura Italiana por la Universitá per Stranieri di Perugia, Italia. Actualmente trabaja en el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos.

Troy Henriksen – Un American à Paris.

L’ œuvre picturale de Henriksen révèle ses racines d’origine et une culture qui dialogue et s’entrevoit  à travers les symboles, les icones et le langage.

Par Betty Aguirre-Maier
EntreMares Magazine

[easymedia-gallery med=»4216″ filter=»1″ pag=»6″]

Para leer esta historia en español clic aquí

L’art de Troy Henriksen a trouvé sa voie a Paris il y une quinzaine d’années. Comme tout  autre artiste qui arrive a la ville des lumières, muni d’une palette de couleurs et très peu d’argent en poche, Henriksen a peint aux coins des rues et sur les bords de la Seine. Il s’est toujours inspiré de la vie elle même, de son quotidien, du 9/11, de la guerre en Irak.

Cependant l’histoire de la vie de Henriksen n’est pas une histoire de tous les jours. Après avoir quitté l’école à l’âge de quinze ans, afin de se dédier à la pêche, au tumulte de la drogue et à la dépression, Henriksen s’est tourné vers le monde des Arts. Et c’est ainsi qu’il a découvert la France.

En 1998, il s’est acheté un billet d’avion, sans retour, destination Paris. Là-bas, il  a été découvert par Eric Landau, le propriétaire de la galerie W, au cœur du quartier bohémien de Montmartre. Sous l’influence de Landau, Henriksen a pu s’immiscer dans le cercle artistique parisien.

L’Art de Henriksen peut être qualifié de néo expressionniste, un terme donné au Bad Painting des années 70, qui s’efforçait de s’éloigner de l’art conventionnel. Il n’est donc pas étrange qu’à la vue des toiles de Henriksen viennent à l’esprit les œuvres de Jean-Michel Basquiat. Cependant, Henriksen a créé son propre style : optimiste et ingénu, profond et contestataire, replet de réalités, de souvenirs, d’allégories et surtout de couleurs. Des couleurs brillantes qui reflètent sa passion pour la vie et l’art, sa façon très personnelle d’interpréter l’ordinaire, le quotidien, la ville, les gens et leurs relations.

Beaucoup de ses toiles révèlent ses racines et sa culture; une culture qui dialogue et qui s’entrevoit a travers les symboles, les icones et le langage. Tout ce qui est obscure, tragique ou violent, Henriksen l’embellit avec de la lumière et de la couleur et avec un langage peuplé d’énigmes, déconstruit, à la fois  personnel et impersonnel, inscrit dans la mémoire collective.

Par exemple, Marylin Monroe, le symbole sexuel d’une certaine époque est réapproprié afin de pouvoir réinscrire en cet être iconique les désirs et les fantaisies de plusieurs générations,  donnant ainsi à son image une certaine intimité et proximité. De même, nous pourrions nous retrouver dans une autre de ses œuvres inspirées de la Venus au miroir de Diego Velásquez que Henriksen a tout simplement nommée, Venus. Couleur, collage, graffiti, symboles pop, allégories, tout un jeu qui surprend par son apparente ingénuité mais qui en réalité postule la réappropriation du classique, du canonique afin de pouvoir le traduire dans un univers plus dynamique et contemporain.

D’autres œuvres, comme celles basées sur les joueurs de baseball ou les bandes dessinées,  révèlent la spontanéité de Henriksen, dépourvues de toute rigidité que ce soit dans le thème ou dans le coup de pinceau. Des œuvres qui exsudent d’optimisme, de sarcasme, d’humour et de passion et qui parlent en même temps de la ville qui a ouvert ses portes à l’artiste. Cette ville qui l’a adopté et qu’il dépeint sans tout autant avoir renoncé complètement à ses racines d’origine : un américain à Paris.

Traduit par Aurora Kaiser.

Troy HTroy Henriksen (Massachusetts 1968). est un  peintre et musicien qui vit à Paris. Fils d’immigrants norvégiens, à l’âge de 15 ans, il devient pêcheur et travaille au côté de son père, capitaine de bateau, pendant plusieurs années. A l’âge de 27 ans il s’initie à l’art en tant qu’autodidacte. Dès lors et depuis son arrivée à Paris en 1998, il n’arrête plus de peindre. Il a fait de nombreuses expositions, notamment aux Etats-Unis, en France, en Angleterre, en Allemagne, au Luxembourg, en Hollande et en Angleterre. C’est un artiste dont les œuvres sont en exposition permanente à la Galerie W à Paris. http://www.galeriew.com/

Marcelo Aguirre: Con los ancestros, una experiencia espiritual

En su más reciente colección, el pintor explora la memoria, su relación con los animales y el proceso de simplificación.

por Bettty Aguirre-Maier
Entremares Magazine

‘Los ancestros’

Cuando buscamos a los ancestros, ellos nos encuentran.
Surgen de lo puro e intemporal
a través de un círculo gigante de azul ultramarino
que representa el viaje sensible “más allá del mar”,
metáfora del más allá de la materialidad.
Aparecen en el autorretrato en pose de inmersión:
el retorno a la concepción en el vientre de la madre
como un ejercicio de reminiscencia.
Emergen de relatos originarios:
el lagarto, el curiquingue, el gallinazo real, y
se transforman en referentes autobiográficos.

— Ana Rodríguez

Este periodo pictórico de Marcelo Aguirre, en que produjo una colección de 16 obras entre pinturas, dibujos y tintas, explora la memoria del artista, su relación con los animales y el proceso de simplificación. “Cocodrilo”, una de sus obras, viene de una experiencia chamánica que Aguirre tuvo con la bebida alucinógena ayahuasca durante un periodo de búsqueda interior. El cocodrilo, símbolo dual, representa la abundancia —donde hay cocodrilos hay peces— y un ámbito de oscuridad. Desde la plástica, Aguirre propone el círculo como elemento de origen y la idea de simplificar hasta llegar al color puro, como el azul ultramarino; inclusive los dibujos son ejecutados de manera realista en busca de la simplificación. A esto se añade la experimentación con el uso de un material hecho de lava para pintar animales, ya que el artista considera que “el material debe entrar en diálogo con lo que estás diciendo”, según afirmó en una entrevista con el periódico Hoy.

[easymedia-gallery med=»4265″]

Marcelo Aguirre Foto1Marcelo Aguirre (1956, Quito, Ecuador). Desde 1979, Aguirre ha trabajado como artista independiente: realiza exposiciones tanto individuales como colectivas dentro y fuera de Ecuador. Ha sido invitado a las bienales de arte en La Habana, São Paulo, Cuenca, y a la Feria Arco de España. Recibió el Premio Marco, premio único, Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, México, 1995; Premio Salón de Julio, Guayaquil, 1995, entre otros. Desde 1987 se dedica a la docencia. En 2000 fue miembro fundador del Colegio de Artes Contemporáneas de la Universidad San Francisco de Quito. En 2010 actuó en la película “El pescador” de Sebastián Cordero. Actualmente es coordinador de Arte Actual FLACSO y es profesor en la Universidad San Francisco. Puede contactarse con el artista a través del correo electrónico: anandamar56@yahoo.com.mx

Despacho desde El Salvador • Una nueva era

Con el triunfo electoral del FMLN, El Salvador inicia una nueva fase como nación al tiempo que el triunfo de la izquierda cambia el balance en las fuerzas políticas de Centroamérica.

Por Róger Lindo

San Salvador • El tránsito por el limbo ha terminado. El Salvador tiene ya un presidente legalmente acreditado y reconocido dentro y fuera de sus fronteras y, por segunda vez consecutiva en su historia, un gobierno de izquierdas rige el país.

Fidel Rauda se alista para votar en San Salvador, capital de El Salvador, durante la primera vuelta de las elecciones presidenciales el pasado 2 de febrero. El izquierdista Frente Faraundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) es el más opcionado para ganar durante la segunda vuelta electoral el 9 de marzo de 2014. / Róger Lindo

El último escollo, una solicitud de amparo presentada por el partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) pidiendo la invalidación de la elección por la supuesta comisión de fraude fue declarada improcedente en la Corte Constitucional de la Corte Suprema de Justicia. Fue el punto final. Enseguida llegó el reconocimiento del gobierno de los Estados Unidos al presidente electo Salvador Sánchez Cerén, el exguerrillero que se puso traje y corbata, que se estrena con un mensaje de moderación, y dice estar abierto a escuchar a los que no son de su partido, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).

El bando perdedor, ARENA, que representa los intereses de las élites criollas y los de su entorno, no tiene más camino que reemplazar sus mandos y adaptarse a los nuevos tiempos si quiere seguir siendo una fuerza a tomar en cuenta. Pero nadie olvida que en los días posteriores a la segunda ronda, su dirigencia condujo a sus seguidores por un camino escabroso, cargado de teorías conspirativas y frases fuertes. “Estamos en pie de guerra”. “Vamos a luchar si es preciso con nuestra vida”. «La Fuerza Armada está lista para hacer democracia«. Eran las palabras belicosas, colindantes con el llamado a sedición, vertida por su candidato, Norman Quijano, al saber que las cifras de la votación no le favorecían. Tan temerario fue su discurso que obligó a los uniformados a poner en claro que la Fuerza Armada no intervendría en cuestiones electorales, y que respetaría al elegido por los votantes.

Finalmente, El Salvador entra en una nueva fase de su existencia. Los banderines y las consignas partidarias y militantes se deslavan, la vida recobra sus ritmos. El nuevo presidente asume el poder el primero de junio, y son tan formidables los retos que le esperan que apenas se ponga al timón de la maquinaria estatal tendrá que arrancar en segunda.

La participación de los jóvenes fue nota predominante durante las elecciones presidenciales en El Salvador el pasado 2 de febrero. En la foto se aprecia a estos jóvenes, simpatizantes del izquierdista FMLN, con la ieónica imagen del Ché Guevara pintada en el rostro. / Róger Lindo

Los peligros que le aguardan al gobierno encabezado por Sánchez Cerén han empezado a asomar sus cabezas. El paso dado por el vecino país de Honduras ocupando militarmente y construyendo un helipuerto en un islote del golfo de Fonseca (un territorio marítimo que ambos países comparten con Nicaragua merced a un antiguo tratado), ha abierto una especie de “miniguerra fría” en la región. Las viejas heridas de la breve guerra de 1969 vuelven a supurar.

Sin embargo, Sánchez Cerén ha replicado a estos gestos apegándose a un guión de moderación, del buen vecino, poniendo los intereses integradores del istmo por encima de la disputa territorial. Poco después de que se oficializó su triunfo electoral, el presidente electo se embarcó en una gira por la región, incluida la República Dominicana, para buscar entenderse con sus futuros pares en temas comunes. A no dudarlo, se ha hablado en esos encuentros de los movimientos hondureños en el Golfo, sin dejar por fuera el hecho de que hace unos días un grupo de pescadores salvadoreños fueron ametrallados por lanchas patrulleras de Honduras.

Foto de Roger Lindo - Seguidores del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) festejan el anuncio oficial declarando victoria de Salvador Sánchez Cerén en la segunda ronda electoral en marzo.
Seguidores del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) festejan el anuncio oficial declarando victoria de Salvador Sánchez Cerén en la segunda ronda electoral en marzo. / Roger Lindo

Por otro lado, vale mencionar que el triunfo electoral del FMLN cambia el balance de fuerzas en la región centroamericana en favor de las izquierdas. Costa Rica acaba de elegir al centroizquierdista Luis Guillermo Solís, de 53 años, quien arrasó en segunda vuelta con la mayor cantidad de votos en la historia electoral de su país (1,03 millones de votos —78% de los sufragios— en el primer conteo). El presidente electo, que asumirá el poder el 8 de mayo, dijo en su discurso tras conocer los resultados electorales que «es el momento del cambio y la transformación» y que se siente «profundamente honrado» por el apoyo recibido en las urnas. Su Partido de Acción Ciudadana (PAC) gobernará por primera vez.

Muchos estarán observando El Salvador y el derrotero que este país seguirá en los próximos años, intrigados por saber si esta nación, que camina desde siempre al borde del abismo, encontrará un curso propio y efectivo para lidiar con sus males: desempleo crónico, un sistema educativo fallido, violencia endémica, entre muchos. Además de ser un país polarizado (el FMLN y ARENA prácticamente se repartieron los votos por la mitad en la segunda ronda), El Salvador de la posguerra es, en más de un sentido, una sociedad cerrada, y encerrada también, de pertinaces resistencias al cambio. Fácilmente los usos, por muy irresponsables que sean, terminan convertidos en ley. La cultura política desalienta la independencia y el espíritu crítico. Es decir, son tanto los rezagos sociales, como los culturales, los que hay que superar.

Pero si es un cambio de rumbo lo que busca la nueva administración, el nuevo presidente Sánchez Cerén tendrá que dar un golpe de timón, y esto incluye bregar con fuerzas opuestas, tanto dentro como fuera de su propio partido, y saber navegar con destreza en aguas desconocidas, y en ocasiones, traicioneras.

Róger Lindo es un escritor y periodista. Regresó a El Salvador después de 20 años en Los Ángeles, California, donde se desempeñó como periodista en el diario La Opinión. Entre su producción literaria se destacan la novela El perro en la niebla y el poemario Los infiernos espléndidos.

Un espacio para desubicados